miércoles, 26 de diciembre de 2012

Tipos de relaciones entre las categorías de Parsons de sistemas e imperativos funcionales, y la noción de proceso de “desdiferenciación” de Mascareño.



Mascareño “intenta dar forma a un tipo de diferenciación funcional; un orden que, a pesar de ser entendido bajo criterios de modernidad, es guiado por la lógica parcial de un centro de regulación global.” (Mascareño, 2004:377). Este tipo de diferenciación lo atribuye como una estructura propia dentro de los sistemas sociales, y considera que el orden social pueden ser concéntricos o policéntricos. Mascareño para aclarar esto, utiliza como ejemplo a las sociedades europeas y a las latinoamericanas, e intenta explicar rápidamente su idea de diferenciación.

Las sociedades europeas poseen un proceso de diferenciación de tipo policéntricos, donde los sistemas operan descentralmente de modo autónomo acoplado, que le permite un funcionamiento coordinado; en cambios las sociedades latinoamericanas poseen un proceso de diferenciación concéntrico, caracterizados por sistemas autónomos diferenciados que bloquean o entorpecen el funcionamiento del sistemas; esto se debe además a que giran en torno a sistemas dominantes, lo cual los hace dependientes de un sistema central, transformándolo en un proceso de “desdiferenciación”. (Macareno, 2004: 377).

Con todo lo anteriormente mencionado, hemos tocado dos aspectos centrales en el trabajo de Mascareño, estos son: la diferenciación funcional y la desdiferenciación. La primera hace alusión a la posibilidad de reorganización o restructuración de los sistemas sociales, la cual permitiría la evolución del sistema. Esta idea Mascareño la apoya con la teoría de la “autopoiesis” utilizada por Luhmann y por Maturana, quienes la conciben como una re-evolución o como un proceso de autoproducción. La segunda en cambio (la desdiferenciación), es todo lo contrario, la considera como un riego donde ésta se transformaría en “un peligro para la regulación externa e impediría la diferenciación funcional” de los sistemas sociales (Mascareño, 2004:388). La desdiferenciación es o puede considerarse como un agente negativo, que no permitirá el buen desarrollo de los sistemas y nunca podrá mantener un orden establecido. Si comparamos el proceso de desdiferenciación realizado por Mascareño y la categoría de sistema e imperativos funcionales de Parsons, podremos notar que no existe ningún tipo de relación; es más parecido a la categoría que Merton atribuye a los sistemas disfuncionales, ya que, Parsons no concebía la existencia de sistemas disfuncionales, y consideraba que todos actúan a favor de los sistemas sociales.

A mi parecer considero que la teoría de “diferenciación funcional” propuesta por Mascareño es la que se relaciona directamente con el sistema AGIL de Parsons, ya que, “para que un sistema se constituya un orden persistente o desarrolle un proceso ordenado de cambios por etapas, tiene que darse ciertos prerrequisitos funcionales” (Parsons, 1966:37), prerrequisitos que para el mismo Parsons proporcionan la base de la estructura de los sistemas sociales; y que según Mascareño fomentan la visión de la diferenciación funcional.

El proceso de diferenciación funcional, utiliza a la “Autopoiesis” de Luhmann, como ejemplo del proceso de desarrollo que puede llevarse a cabo dentro de las sociedades. Esta autopoiesis se desarrolla según tres fases, que a mi parecer es un fiel reflejo de los postulados del sistema AGIL de Parsons (Adaptación; Alcance de Metas; Integración y Latencia). Las fases de la autopoiesis son: “la auto-observación, la auto-constitución y la auto-producción” (Mascareño, 2004:402).

Bibliografía:


  • Mascareño, Aldo. (2004) “Teorías de sistemas de América Latina. Conceptos fundamentales para la descripción de una diferenciación funcional concéntrica”, en Vergada, Patricio, y Baer, Heinrich, En la Frontera del Desarrollo Endógeno, Temuco, Universidad de la Frontera e Instituto de Desarrollo regional y Local.
  • Parsons, Talcott. (1951). El sistema social. Madrid, Alianza. 1988.

viernes, 21 de diciembre de 2012

W. G Runciman: Distinciones entre el paradigma funcionalista de Parsons, ”Métodos, Modelos y Teoría”.



Como es sabido el enfoque funcionalista al igual que el marxismo, intenta poder “proporcionar una explicación para todos los procesos sociales” (Runciman, 1966:145), hecho que Runciman considera muy difícil de lograr, ya que los ideales clásicos del funcionalismo, y la idea de querer mostrar “como es útil “algo” sin explicar cómo y por qué” (Runciman, 1966:148), impedirían que ésta sea una teoría explicativa de los procesos sociales.

El funcionalismo como tal ha recibido muchas críticas y lo han tildado de ser “incapaz de poder explicar cambios histórico” (Runciman, 1966:150), ya que es más factible que los enunciados en términos de “función” se orienten mas a determinar relaciones de causa y efecto, antes de generar un explicación generalizada sobre algún fenómeno. Todo esto está basado en los desarrollos funcionalistas dentro de la biología, ya que es aquí donde nace esta teoría y toma como horizonte poder  explicar las ciencias sociales. Tomando en cuesta esto, podemos ver otro error funcionalista al momento de querer explicar algunos hechos históricos. Si miramos el actuar de sistemas biológicos, estos poseen sus límites muy definidos, por lo cual es fácil poder explicar algún fenómeno, ya que se conocen los límites; al contrario en las ciencias sociales, “la dificultad está en que se hace muy difícil definir los límites aceptables” para un análisis explicativo. (Runciman, 1966:151).

Otros críticos aluden a que la orientación funcionalista podría emplearse para poder determinar los propósitos o las “metas” de un sistema. Runciman considera perfectamente posible esto pero alude a que se deben tomar en cuenta un aspectos fundamentales, ya que la presuposición de “propósito” puede llevar a una confusión, es decir, “que se hable de propósito cuando solo se tienen en cuenta los resultados observados” (Runciman, 1996: 153). La idea de “metas” fue una tesis de Parsons en la cual se exponía que: “la consecución de meta es un requisito previo funcional para todos los sistemas sociales”; argumento que lleva a entrar a la propia teoría parsoniana con su visión de estabilidad, equilibrio y mantención de los sistemas sociales, donde en los sistemas solo se debe desarrollar el orden y la comunión social.

Runciman critica la presuposición de que todos los sistemas sociales, de cualquier clase que sean, tienen una tendencia al equilibrio, ya que esto es indemostrable e imposible de explicar. Y hace una pequeña comparación con el marxismo, donde se estipula que ambos “descansan sobre supuestos que no puede ser estrictamente demostrado por la realidad histórica;…”. (Runciman, 1966:160), los marxistas ven un “antagonismo” entre las clases sociales, lo que generaría luchas; y los funcionalistas ven una “armonía” en la estructuras sociales.

Otro cuestionamiento que surge en relación a estas teorías, es que “ambas resultan más parecidas a una filosofía política que a una teoría sociológica general.” (Runciman, 1966:146), y hay muchos quienes consideran al funcionalismo como una alternativa al marxismo sobre este aspecto, pero existe un “escepticismo” en relación a que el funcionalismo realice grandes explicaciones sobre política social. Runciman cree que es más factible que el funcionalismo realice aportes a la ciencia política, ya que el funcionalismo puede realizar estudios comparativos de diferentes sistemas políticos, y relaciones causa y efecto. (Runciman, 1966:162). La idea de poder construir un análisis sociopolítico puede tener una mayor perspectiva desde un enfoque funcionalista, ya que los métodos empíricos han sido más fértiles que las teorías deductivas. (Runciman, 1966:162).

Runciman trata de buscar fundamentos teóricos para realizar análisis políticos de la sociedad, ya que muchos sociólogos de políticas emplean diferentes métodos teóricos, pero ninguno logra se explicativamente certero. La estadística resalta como el método científico más factible, la cual se desarrolla mediante encuestas. Lazarsfeld expone que con los datos de las encuestas se puede realizar explicaciones, interpretaciones y especificaciones, pero a pesar de toda esta técnica, los análisis no son del todo interpretativos ni explicativos de la sociedad.

Todo lo anteriormente expuesto hace alusión a la idea de una teoría multidimensional, con la que Parsons soñó. Teoría que permita abarcar diferentes perspectivas, para poder así logar un progreso dentro de las ciencias sociales y llegar a ser una teoría completamente científica. Como expone Runciman en si capítulo VI  ninguna método, ni modelo ni teoría podrá lograr por si sola un análisis exhaustivo y completamente explicativo de los fenómenos sociales, es necesario soltar las ataduras de la corriente con la cual nos casamos para poder así hacer una fusión macro-teórica y poder lograr una sola y gran teoría sociológica.


miércoles, 19 de diciembre de 2012

Descripción de las continuidades o las rupturas entre los paradigmas en las ciencias sociales norteamericanas


 

La sociología norteamericana después de la segunda guerra mundial ha sufrido una variedad de cambios paradigmáticos, pasando por una gran variedad de teorías sociológicas, las cuales permitieron consolidar las ciencias sociales tanto en lo intelectual como en lo institucional.

Se cree necesario hacer una breve referencia a la sociología norteamericana de entre guerra antes de entrar a detallar todo el cambio ocasionado post segunda guerra mundial.

 La vida intelectual estadounidense se encontraba bajo la influencia del pragmatismo que buscaba reconstruir el mundo occidental; además la sociedad norteamericana poseía un carácter progresista y liberal. La sociología norteamericana en general era ateórica y profundamente empirista, “Sufrían la influencia de teorías “institivistas” los vestigios del darwinismo social y las reformas individualistas de pragmatismo, y adolecían de una tendencia antifilosófica que obstaculizaba la creación de una teoría sociológica sistemática.” (Alexander, 1990:26), toda esta paradoja permite generar una nueva visión, la cual pretendía reconstruir la sociología europea, devolviéndole la razón a la cultura y el control individual a la sociedad. Todo este cuestionamiento da pie al funcionalismo norteamericano de posguerra, donde su principal exponente fue el teórico Talcott Parsons.


Parsons da gran preocupación a la crisis contemporánea y afirma que el individualismo y la racionalidad están siendo amenazados y esto ha sido lo que ha afectado a la sociedad europea. Parsons critica el liberalismo decimonónico, el cual permanece omnipresente en el mundo occidental, el cual desarrolla un modelo liberal capitalista que niega un papel al bien colectivo y donde la integridad del individuo esta en riego. Parsons alude que “para salvar la integridad del individuo y sostener la capacidad de la razón, era preciso modificar la teoría liberal.” (Alexander, 1990:28). Lo que buscaba Parsons era crear una teoría que alcanzara el equilibrio social, y una nueva clase de racionalidad, con lo cual su teoría de evolución social permitiría dar las bases a la posibilidad de crear un “Estado benefactor”, en otras palabras podemos definir esto como un “orden”, orden social que establece la equidad entre los individuos y permite el equilibrio de la sociedad. La vía de desarrollo para esta idea consiste en “reconocer la estructura social de una manera que no amenace la subjetividad y la libertad.” (Alexander, 1990:31).

Parsons con este nuevo paradigma pretende estudiar la sociedad como un “todo”, es decir hacer macro-sociología. Esta teoría hace énfasis a las interrelaciones entre la cultura y la sociedad, y al mismo tiempo se preocupa de las relaciones entre cada uno de los elemento y el conjunto sociocultural.

Ha de reconocerse que Parsons fue uno de los grandes teóricos norteamericanos y a pesar de su gran trabajo realizado fue enormemente cuestionado, donde se criticaba rotundamente su teoría, ya que se basaba en aspectos muy generales de las estructuras sociales; también se le cuestionaba por las interpretaciones hechas de Weber y Durkheim, además de excluir de sus estudios a muchos otros teóricos clásicos, generando una poca validez científica. Como acabamos de mencionar, la teoría parsoniana fue muy criticada y esto trajo consigo el origen de muchas otras teorías que se oponían a los planteamientos propuestos en la sociología norteamericana funcionalista. Es así como surge la “teoría del conflicto”, la cual se definió “en oposición al énfasis de Parsons sobre el problema del orden, identificando lo que consideraba su justificación ideológica de la estabilidad con su insistencia en la importancia de los sistemas culturales y el fenómeno no racional de la catexia y la internalización” (Alexander, 1990:105). La crítica principal hacia el funcionalismo parsoniano era el cuestionamiento sobre su teoría del orden, ya que no podían ver la posibilidad de que se desarrollara la racionalidad y la libertad en una sociedad de posguerra. Según John Rex, uno de los principales teóricos de la teoría del conflicto mencionaba que era más factible la posibilidad de un caos social que un orden establecido. Rex habla sobre el mito funcionalista, y da base a su teoría en lo opuesto al orden, sosteniendo que “en la teoría funcionalista el “sistema” se considera dado e inmutable, que se le otorga una estabilidad innata que se da por sentada.” (Alexander, 1990:112), esto alude a la estabilidad de los sistemas sociales, es decir niegan la posibilidad de alguna transformación o cambio. Según los teóricos del conflicto Parsons solo se preocupa de la interacción cooperativa de los sistemas sociales dejando de lado la interacción conflictiva, sino que además su teoría del orden se centra principalmente en la internación de los valores, es decir  el orden depende de los valores de la sociedad. Todo esto lleva a que John Rex se refiera a Parsons como un teórico que “se interesa solo en la estabilidad, la conformidad y las normas: es un teórico del orden.” (Alexander, 1990:113).

Una segunda corriente crítica del funcionalismo parsoniano, es la “teoría del intercambio”, teoría que criticaba la acción normativa y los énfasis psicológicos que Parsons hacia en su teoría. La teoría del intercambio “argumentaba que la negociación individual era el único fundamento de la vida institucional.” (Alexander, 1990:105), es decir, la vida social se ve como un sistema económico clásico, donde cada una de las partes trata de llegar a un consenso mediante el intercambio racional. Esta nueva corriente se encuentra ligada al desarrollo progresista de la historia cultural y social de occidente, y coincide además con el derrumbe del consenso de posguerra a fines de la década del 50. En este tiempo la renovación del pesimismo ideológico significo una ruptura con el optimismo de la fe liberal del Parsons.” (Alexander, 1990:134), pues la teoría del intercambio critica la visón liberal que poseía el funcionalismo parsoniano en donde hablaba que la razón podía trascender y lograr una comunión de toda sociedad (una comunidad). Homans teórico del intercambio argumentaba que la idea de ésta supuesta comunidad o hermandad, era una utopía, lo más factible era una cooperación mutua solo para lograr un fin determinado, ejemplo de esto es: “rasco tu espalda si rascas la mía.” (Alexander, 1990:136). Otra critica realizada por Homans, era que “la teoría estructural funcionalista no es verdaderamente científica. Es demasiado general y abstracta, está demasiado interesada en producir conceptos y definiciones, demasiado focalizada en la formulación de modelos generales. En consecuencia, la teoría funcionalista no puede ser realmente explicativa.” (Alexander, 1990:137), en otras palabras el funcionalismo parsoniano no es especifico y esto impide dar predicciones certeras y precisas sobre algún acto. Los teóricos del intercambio “insisten que la principal característica del funcionalismo es su concentración en las normas, normas que constituyen los principales recursos para la definición de los roles sociales,…” (Alexander, 1990:139), mediante esto, los funcionalistas desarrollan el problema del orden y el de la acción; Homans dice que esto no puede desarrollarse así, ya que la conducta no se puede dar por sentada, para esto se necesitaría una teoría de la conducta, por eso Homans plantea un modelo para la conducta sub-institucional que deriva de la economía, según este modelo “la interacción individual consistiría en sanciones y recompensas, y la respuesta de cada individuo ante el otro es acorde con la retribución que cada cual recibe. Lo que hacemos, y cuanto hagamos depende de la cantidad y calidad de la recompensa que obtenemos.” (Alexander, 1990:139). Esta misma afirmación además conduce a una visión de orden social la cual es dependiente de las negociaciones colectivas de los individuos. Con esto podemos entender la presuposición de Homans y de la teoría del intercambio que alude a la acción como un simple intercambio y a la negociación individual como orden social.

Una tercera corriente crítica, es el interaccionismo simbólico, la cual presenta una reacción individualista y una orientación pragmática social. El interaccionismo mantiene una posición individualista respecto del orden y se encuentra en contraste con los teóricos del conflicto y los del intercambio, ya que esta nueva teoría propone una acción normativa no racional.  Estos nuevos teóricos argumentan que “Parsons y los funcionalistas en general tratan la conducta humana como si fuera el mero producto de factores que influyen sobre los seres humanos.” (Alexander, 1990:177), Blumer se refiere a que los funcionalistas no se preocupan del individuo, si no que den un mayor énfasis a las estructuras sociales, y que estas estructuras influyan sobre las personas. Los interaccionistas en cambio, toman como aspecto principal las relaciones entre los sujetos y la comunicación que se da entre estos, además de la interpretación que los sujetos pueden tener de cada acción que desarrollen y como estos pueden generar sus propios significados por medio de una auto-indagación. Blumer sostiene que: “para hallar el significado en una situación, el actor se remite así mismo. A través de la auto-indagación, el humano constituye un objeto, le da significado y usa el significado como bases para dirigir sus acciones.” (Alexander, 1990:178), esto da señal que la teoría de Parsons obviaba por completo algunos aspectos centrales en las estructuras sociales y en su sistema de normas y valores, ya que no le interesaba la propia información y valoración que podían hacer los propios sujetos respecto de su actuar en el diario vivir.

Otras corrientes críticas al funcionalismo parsoniano son la etnometodología y la fenomenología. La etnometodología tiene una postura normativa e individualista, la cual fue adoptada del interaccionismo, pero esto no quiere decir que sea similar. La etnometodología es muy distinta del interaccionismo, ya que posee un individualismo presuposicional y otro empírico. La etnometodología fue creada por Garfinkel, quien en sus comienzos fue seguidor de la fenomenología de Husserl, la cual “exponía que la realidad estaba estructurada por la percepción” y que “el orden colectivo se construye mediante la intención y las esperanza individuales” (Alexander, 1990:196). La fenomenología de Husserl toma la acción y el orden como actos inconscientes de los individuos, lo que difiere del funcionalismo donde se estipula que ambas acciones están subordinadas a las normas de las estructurales sociales. Garfinkel con sus posteriores estudios comienza a tomar en cuenta el problema de individuo, cultura y sociedad que había creado Parsons. Con esta nueva perspectiva Garfinkel comprende que el orden esta dado y que es persistente y externo a cualquier acto individual, “comprende que el orden es cultural, esta internalizado, y por ello descansa sobre los sentimientos e intenciones de los actores” (Alexander, 1990:204), es decir, el orden proviene de un consenso social. En la década del 60 Garfinkel entra en un dilema individualista que llevo a negar el colectivismo funcionalista y crea una teoría antiparsoniana llamada etnometodología. Garfinkel plantea su etnometodología como una “contra teoría del orden”, la cual niega que este supuesto orden este estructurado, y expone que es una construcción de los propios individuos, de la conciencia y de la cultura. Garfinkel vuelve a tomar parte en la fenomenológica, y toma de Husserl la experiencia como “habito personal, que es el sedimento de los actos que una actitud de experiencia natural cumple en el curso de la vida.” (Salas, 2006:50).

Con toda esta idea de tomar la conciencia y la experiencia de los individuos, más los aspectos valóricos y culturales de las estructuras sociales surge una nueva corriente posparsoniana que “rompe con la orientación antiparsoniana individualista” (Alexander, 1990:105), la cual se manifiesta en contra del énfasis que propone Parsons sobre la autonomía de los problemas sociales y la independencia de la personalidad. Este nuevo paradigma es la hermenéutica. Esta nueva teoría propuesta por Dilthey posee una perspectiva anti-instrumental acerca de la acción, la cual considera a este acto como un proceso creativo y emotivo, dando un enfoque subjetivo a los objetos. Dilthey expone que “el punto de partida para la comprensión del concepto de sistema de la vida social lo constituye la riqueza vital del individuo mismo.” (Salas, 2006:40), esta idea de riqueza vital hace alusión al sistema cultural que poseen los individuos y el cual les permite interactuar según sus valores, sus normas y símbolos.

Dilthey critica la postura muy generalizada que Parsons tiene en su sistema cultural, y añade que la cultura es el “mapa conceptual” que permite interpretar y comprender los fines de los individuos. La “sociología cultural” como muchos teóricos han la denominado a la hermenéutica, centra sus bases en la conciencia histórica de la humanidad, lo que la atribuye a un conocimiento social presente en los individuos. Dilthey a dice que “la sociedad actual vive, por así decirlo sobre estratos y ruinas del pasado,…” (Salas, 2006: 34), esas ruinas del pasado representan para nosotros “un presente de permanente perduración.” (Alexander, 1990:233). Todo esto permite aclarar de mejor manera que “la hermenéutica se interesa en la forma objetiva de la sociedad, no en la mente de la subjetividad del individuo.” (Alexander, 1990:233).

Todos los paradigmas anteriores criticaron profundamente la perspectiva funcionalista de Parsons, las cuales se basaron en errores a los análisis propuestos y a las formas de cómo poder interpretar la vida social individual-colectiva.

Una última teoría resurge a este periodo de posguerra, la cual se oriento en una dimensión ideológica y en una visón radical distinta del provenir social. La nueva propuesta a la que se hace mención es la “teoría crítica”, la cual posee una orientación marxista basada en “el conflicto existente entre las fueras de productivas sociales y las relaciones de producción.” (Salas, 2006:42). La fuerza que llevo al surgimiento del marxismo en los EE.UU. fue una razón ideológica, ya que para los marxistas “la alineación es un elemento dado en las sociedades capitalistas.” (Alexander, 1990:268). Parsons argumentaba su teoría social con consensos liberales, que lo permitieran llevar hacia la comunidad y la integración social. Los teóricos liberales “creen que la individualidad puede y debe darse en la sociedad moderna. Y describen la integridad individual como base del proceso y el orden social.” (Alexander, 2006:268). Los teóricos marxistas en cambio decían que la idea de “estado benefactor” y lo instrumental de las sociedades capitalistas hacen que los individuos se encuentren dominados (sometidos), y  que estos solo actúen de acuerdo a la distribución de las fuerzas económicas. Para Marx las fuerzas económicas a medida que evolucionan entran en conflicto con las relaciones producción, y esto generaría la lucha de clases. (Alexander, 2006:269).

La ideología marxista tiene 2 aspectos fundamentales en relación al funcionalismo parsoniano, la primera es que creen en el orden colectivo, pero solo si se logra concebir como un proceso cultural, y la segunda consiste en  introducir el voluntarismo en la teoría original. Esta última lleva a un conflicto entre dilemas teóricos e ideológicos.

El marxismo durante todo su camino tubo un cambio teórico que lo llevo a cambiar su visión unidimensional por otra multidimensional, lo que difiere de la teoría parsoniana que comenzó siendo una teoría multidimensional y termino tomando rumbos unidimensionales. (Alexander, 1990:294)

Si miramos todos los cambios paradigmáticos ocurridos posguerra en los Estado Unidos, lo único que se ha obtenido ha sido aumentar las trabas y las dificultades, las cuales han impedido la creación de una “sola” y “gran teoría sociológica”.
Muchos de las teorías posparsoniana se centraron en criticar y desarmar los postulados funcionalistas, sin pensar que el funcionalismo fue el esqueleto que permitió el desarrollo de muchas de las corrientes que surgieron en el siglo XX.

Hay que considerar al funcionalismo como el eje central y primordial en el pensamiento racional e intelectual norteamericano.


Bibliografía:

  • Alexander, Jeffrey C. (1990). Las teorías sociológicas desde la segunda guerra mundial. Barcelona, Gedisa.
  • Durston, John. (2004) “Desarrollo “local”, Capital Social y Clientelismo” en Vergada, Patricio, y Baer, Heinrich, En la Frontera del Desarrollo Endógeno, Temuco, Universidad de la Frontera e Instituto de Desarrollo regional y Local.
  • Mascareño, Aldo. (2004) “Teorías de sistemas de América Latina. Conceptos fundamentales para la descripción de una diferenciación funcional concéntrica”, en Vergada, Patricio, y Baer, Heinrich, En la Frontera del Desarrollo Endógeno, Temuco, Universidad de la Frontera e Instituto de Desarrollo regional y Local.
  • Merton, Robert K. (1949). Teoría y estructuras sociales. México, Fondo de Cultura Económica, 1968.
  • Parsons, Talcott. (1951). El sistema social. Madrid, Alianza. 1988.
  • Runciman, W. (1966). Capítulo VI: “Métodos, Modelos y Teorías”, en Ensayos: Sociología Política, México, Fondo de Cultura Económica. 1963.
  • Salas, Ricardo. (2006). Epistemología y pre-comprensión de la experiencia histórica II. Comte, Mill, Dilthey, Marx, Husserl. Breves textos, Santiago, Universidad Católica Silva Henríquez.



viernes, 14 de diciembre de 2012

El choque entre la cultura contraescolar y la cultura académica. Visión de Paul Willis




Paul Willis es un importante teórico de la cultura británica. Nació en Wolverhampton y recibió su educación en la Universidad de Cambridge y en la Universidad de Birmingham. Fue un estudiante cuando llegó a trabajar a fines de los años 60 al Centro de Estudios de la Cultura Contemporánea (CCCS), hoy ya desaparecido, pero sigue siendo conocido en todo el mundo como una de sus voces más sugerentes.
Willis llegó al Centro poco después que éste iniciara su actividad. Richard Hoggart quien lo había puesto en marcha entre los año 1967-1968. Stuart Hall fue su primer investigador (research fellow), quien fuel editor de New Left Review; antigua revista marxista de izquierdas. Stuart Hall consideró que una pequeña institución como la CCCS podía permitir poner en práctica nuevas formas de trabajar, sobretodo formas colectivas de trabajar. Allí no había una relación estudiante-profesor en el sentido tradicional, sino grupos de trabajos. El CCCS era una institución naciente, pequeña pero fue extremadamente influyente en los años 70 y 80. La metodología utilizada consistía en conducir, utilizar y liberar a los estudiantes, lo cual fue muy productiva. La mayoría de libros que se hicieron entonces no estaban hechos por el profesorado sino por grupos colectivos, a menudo sin siquiera un profesor, actualmente es co-editor, de la revista Ethnography (Sage), y ocupa la cátedra de Etnografía Cultural y Social en la universidad de Keele, en Inglaterra.

 Es ahí donde el Autor plantea la producción de una contracultura escolar que es producto de la creatividad de los actores, de las experiencias vividas en la familia, en el grupo de iguales y que da significados independientes de la reproducción social y erosiona la cultura dominante.


El libro que le hizo famoso, Learning to Labour (1977; “Aprendiendo a trabajar” en la traducción de Akal al castellano, 1978), ilustra perfectamente lo que es su aportación a los estudios de las culturas juveniles: la pasión por el pensamiento original, la apuesta por una aproximación etnográfica como alternativa a los trabajos que únicamente se centran en el análisis textual o semiótico de los materiales de la cultura popular, y la ambición teórica de pensar las relaciones culturales teniendo en cuenta a la vez la importancia de las estructuras sociales y la autonomía de la cultura y su in-corporación por parte de los individuos. Llevó a cabo una etnografía de la profundidad de un conjunto de muchachos de clase de trabajo 'en una ciudad en la región de West Midlands denominado Hammertown, concretamente entre los chicos de una escuela situada en el centro de esta zona urbana habitada por unos 60.000 habitantes, característico del periodo de entreguerras. Se llevó a cabo una serie de entrevistas y observaciones, todo un trabajo etnográfico, únicamente masculina en una escuela, los tres últimos años de estancia en la escuela y los primeros años en los que se produce la inserción en el mundo laboral, con el objetivo de descubrir por qué "niños de la clase de trabajo obtienen empleos de la clase de trabajo".


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El libro que le hizo famoso, Learning to Labour (1977; “Aprendiendo a trabajar” en la traducción de Akal al castellano, 1978), ilustra perfectamente lo que es su aportación a los estudios de las culturas juveniles: la pasión por el pensamiento original, la apuesta por una aproximación etnográfica como alternativa a los trabajos que únicamente se centran en el análisis textual o semiótico de los materiales de la cultura popular, y la ambición teórica de pensar las relaciones culturales teniendo en cuenta a la vez la importancia de las estructuras sociales y la autonomía de la cultura y su in-corporación por parte de los individuos. Llevó a cabo una etnografía de la profundidad de un conjunto de muchachos de clase de trabajo 'en una ciudad en la región de West Midlands denominado Hammertown, concretamente entre los chicos de una escuela situada en el centro de esta zona urbana habitada por unos 60.000 habitantes, característico del periodo de entreguerras. Se llevó a cabo una serie de entrevistas y observaciones, todo un trabajo etnográfico, únicamente masculina en una escuela, los tres últimos años de estancia en la escuela y los primeros años en los que se produce la inserción en el mundo laboral, con el objetivo de descubrir por qué "niños de la clase de trabajo obtienen empleos de la clase de trabajo".

PRIMERA PARTE

El libro se divide en dos partes; la primera de corte más etnográfico nos presenta numerosos fragmentos de entrevistas, grupos de discusión, etc, y en él Willis nos presenta las características principales de esta escuela. En ella existe una división palpable entre los alumnos; “los pringaos” y “los colegas”. Los primeros son los conformistas, los que aceptan en mayor grado las normas e imposiciones de la escuela, que se corresponden normalmente con la clase media o la burguesía, los segundos, se corresponden con la clase obrera, son inconformistas, y no aceptan la autoridad de la escuela o cualquier persona que represente a esta. El estudio se centra sobre todo en la cosmovisión de estos últimos, e intenta explicar a partir de su trabajo etnográfico la siguiente hipótesis: 

"Son las propias actitudes inconformistas de los colegas las que les llevan a reproducir el orden social, y por lo tanto la estructura, de la sociedad capitalista, condenándose ellos mismos a permanecer dentro de la clase obrera, sin poder ascender dentro de la sociedad.2

Incluso destaca el autor que existen ciertos elementos contradictorios, ya que la propia institución escolar parece apoyar esta promoción social, intentando dar una mayor educación a estos jóvenes, siendo sus diferentes actitudes hacia la escuela, la educación y la vida en general las que los condenan a seguir reproduciendo el orden social.

Todo esto lo articula Willis en torno a diferentes actitudes culturales muy marcadas en el ámbito escolar, que los distinguen de los conformistas. Entre ellas están el Machismo, tanto en el trato a las mujeres como en su concepción de la masculinidad, de la fuerza y las relaciones entre iguales, en las que destaca una actitud muy física y agresiva. Relacionado con esto, utilizan y se preocupan por su apariencia física, la utilizan en el ámbito sexual y se preocupan por ser sexualmente atractivos y parecer que son activos en este campo, tanto es así que es utilizado en numerosas ocasiones como elemento diferenciador entre ellos y los “pringaos”. El Racismo es otra característica de este grupo de chicos, que odian, con diferentes grados y en distintos sentidos, tanto a los pakistaníes, como a los orientales, negros, etc. Sus ganas de divertirse, de pasarlo bien en cada momento es otra característica de estos alumnos, esto tiene su manifestación más palpable en la escuela, cuando boicotean las clases con bromas, mal comportamiento, no asistiendo a ellas, etc, porque creen que esto es lo divertido y esta es, para ellos el principal objetivo, incluso como se dice a lo largo del libro, es la razón por la cual justifican en cierta medida su preferencia por el trabajo manual, ya que dicen que el trabajo de oficina es mas aburrido, menos físico y por lo tanto con poca actividad. Valoran el trabajo manual, como se ha dicho, porque además de activo es considerado masculino, útil y por lo tanto mejor que el trabajo de oficina o intelectual, es, para ellos, parte de la “cosas que importan”, de la “vida real”. El fumar y el beber, aunque formen parte también de las actividades relacionadas con la diversión, se relacionan a su vez con el plano de lo adulto, y son dos actividades que los “colegas” comienzan a hacer desde muy temprana edad, como muestra incluso de identidad cultural. Estas dos actividades los acompañarán seguramente el resto de sus vidas, y es incluso uno de los alicientes a los que hacen alusión cuando hablan de las ventajas de ponerse a trabajar y ganar un sueldo, pudiendo de esta manera salir a divertirse y por lo tanto beber, cuando quieran.

Todos estos elementos forman un continuo entre el mundo escolar y el laboral, entre el que ciertas características se repiten; el machismo, el fumar, el beber, la valoración del trabajo manual por encima del intelectual, etc. Pero surgen otros aspectos que se contraponen. Uno de ellos al que willis trata de forma amplia por las implicaciones que tiene es la decepción que casi siempre se llevan estos chicos a la hora de entrar en el mercado laboral. El trabajar en esos empleos no suele ser tan gratificante como al cultura obrera les ha inducido a creer y se suelen producir desencantos que, de todas formas, no pueden cambiar el destino de estos chicos, ya que cuando esto se produce suelen estar ya metidos en la dinámica familiar, donde tienen una familia a la que mantener y donde la actividad no remunerada de la escuela no puede ser una opción.
La segunda parte del libro es más teórica, y pretende dar explicación a porqué todo lo anterior ocurre de la forma en que ocurre a través de dos términos; el de penetración y el de limitación. El concepto de penetración hace referencia a determinados rasgos de la contracultura obrera que implican una mejor comprensión, o una comprensión real y diferente al que supone la cultura escolar, a la naturalización de las relaciones sociales que promueve el discurso social. La primera penetración de la que habla Willis, tiene que ver con la manera de entender los títulos y la propia educación por parte de los “colegas”, los cuales no los valoran porque han vivido y comprobado que, aunque estos títulos puedan promocionar a un individuo concreto, no van a solucionar el problema de clase, estructural, en el que también están inmersos. Esta contradicción es la que hace que los individuos, como pertenecientes a este grupo, no se dejen “domesticar” por los valores de la cultura escolar. La segunda y tercera penetraciones están muy ligadas, una hace referencia a la fuerza de trabajo como mercancía que es vendida a cambio del salario semanal, pero que sin embargo es controlado en cierta medida por los trabajadores con técnicas como el escaseo y cierto control de los tiempos en las fábricas. La otra es que el trabajo se tiene como un “trabajo general abstracto”, los “colegas” no distinguen entre diferentes trabajos, mientras éste entre dentro de lo que culturalmente se considera un trabajo deseable, da igual que sea de fontanero como fundidor en una fábrica o repartidor de leche. Esto muestra precisamente que dan más importancias a las semejanzas que estos tienen, que no es ni más ni menos que el comercio con esa fuerza de trabajo, y no con productos concretos con los que se comercializa trabaja.

Toda esta conciencia o contracultura escolar, podría dar lugar a un cambio social, o a una respuesta estructural. Una de las razones porque esta no se produce es la desorganización política, pero principalmente, para Willis, existen otros criterios que impiden este cambio, y las categorizan  bajo el concepto de limitación. Las diferentes limitaciones pueden resumirse en una serie de divisiones culturales que en que la contracultura obrera categoriza la realidad. La primera es la ya comentada división entre trabajo manual/mental, esta división se corresponde con una asociación del trabajo manual con la masculinidad y del mental con la feminidad y esto se relaciona con una segunda división; la división sexual. Lo masculino es puesto como lo deseable y es de hecho lo que los colegas imponen, conduciendo a diferentes contradicciones en lo referente a la percepción de lo femenino. Esto conecta con lo que Willis llama el patriarcado inherente al capitalismo, dentro del cual la mujer adoptaría el papel de ama de casa, de madre, de aportar un sueldo secundario y depender siempre del salario del hombre. Esta importancia que la contracultura da al sueldo masculino es importante, ya que demuestra en parte ese “fetichismo del sobre”, según el cual lo importante no es el sueldo en sí mismo, ya que este es a veces insuficiente para mantener a la familia, sino el hecho de entenderlo como el sueldo principal, del que el resto de la familia depende. Además de esta división sexual del trabajo, existe otra división, que es la racial. Los inmigrantes realizan trabajos incluso más duros que los propios “colegas” y esto hace que podría considerarse a estos inmigrantes como “más hombres” que ellos mismos, pero culturalmente se califican esos trabajos como asquerosos e indeseables, conformando así una forma de racismo en la que los obreros se separan también de las personas inmigrantes

En otro capítulo Willis trata el papel de la ideología en el ámbito que ha trabajado. Dice que el servicio de orientación del colegio es el que de alguna forma más influye en la “confirmación” por parte de los “colegas” lo que las penetraciones tratadas anteriormente les mostraban. A continuación reflexiona acerca del análisis de la reproducción social, en ella rechaza las explicaciones mecanicistas, dice que han de tenerse en cuenta y explicarse cómo los cambios estructurales se manifiestan realmente y a través de qué instituciones. En cuanto a la reproducción social, esto también ha de tenerse en cuenta, y se ha de ser consciente que las instituciones no sólo consiguen aquello que dicen perseguir, sino que las consecuencias de su funcionamiento pueden ser incluso opuestas a las que persiguen, tal como pasa en las escuelas progresistas con los chicos de clase obrera, incluso de un modo inconsciente.

El orador concluyó su investigación afirmando que los muchachos tenían un "anti-autoridad" subcultura que transmite a los lugares de trabajo, donde una gran parte de la identidad de los jóvenes del libro giraba alrededor del consumo. De hecho, se distinguían de los profesores y de los conformistas a través del uso de artículos de consumo culturales: fumando, vistiendo, bebiendo etc. para mostrar que eran superiores. Learning to Labour, en su conjunto es un camino de encarar esta cuestión: saber cómo se introduce la fuerza de trabajo y, a su vez, entender algunos de los mecanismos de la autonomía, la independencia y la complejidad de la esfera cultural.

A lo largo de su obra, de la que también forman parte los libros Profane Culture (1978), que es una investigación que se basa en la evaluación de dos diferentes culturas de las minorías: los niños moto-y los hippies a principios de 1960. Esta investigación está tan vigente hoy ya que a pesar que  la investigación se realizó ya hace varios años está, estas culturas señaladas en el texto siguen apareciendo hoy, pero en otras formas."Ambas culturas reproduce, incluso de forma creativa, las debilidades, la brutalidad y las limitaciones de sus propias ubicaciones estructurales y culturas los padres de clase". Por supuesto, estos dos cultivos fueron excluidos de la sociedad y han creado sus propias reglas, normas y valores. La principal diferencia se encontraba en las culturas los padres.
En enero de 1972 dio una ponencia en el Simposio en la 9na “Conferencia Nacional de la Desviación” con su ex ponencia titulado “A Motor Bike Subcultura”. Los “chicos motos” (niños motos” eran en su mayoría de familias de clase trabajadora, mientras que los hippies de clase media. Otra diferencia es que los niños moto no ha creado su cultura a pesar de los hippies querían ser excluidos y así lo hicieron.

Los “Niños Motos” son los que aceptan la masculinidad a través de la fuerza.  Hicieron caso omiso de todas las reglas y normas mediante la creación de su propia cuenta. "Su aspecto era agresivamente masculino. Ellos no hicieron demandas, En cambio los "hippies” se comportó de otra manera, habían más capital cultural y las normas aceptadas de la sociedad. Sin embargo: "Hippies, efectivamente, rechazan  las actitudes y las prácticas existentes, las cuales según ellos no ha funcionado.  Pero incluso en este caso no hubo ningún ataque sobre la base de los trabajos (como los niños moto lo hizo). La cultura privado mantuvo su propio ritmo y sentido del tiempo que constituye una exposición profunda y crítica de la época industrial. "Esto le dio una oportunidad para hippy para difundir su cultura más rápido y tienen una influencia en la sociedad. La cultura tiene un propósito real de su apariencia.

Si nos fijamos en el mundo hoy en día, casi cada sociedad tiene su propia " niños de motos”, pero en apariencia nueva. Sus gustos, estilos de vida, las preferencias, las opiniones han cambiado, pero la idea no es así." Todavía hay "muchachos" que rechazan el currículum oculto y crea nueva generación de la clase obrera, mientras que 'hippies' parecen estar desaparecido como sus principales puntos de vista se basa en el rechazo de la sociedad industrial y a los capitalistas: "Se busca un Hippie hoy dónde están? Ellos viven en apartamentos agradables y casas, o muerto de sobredosis de drogas, con televisión de pantalla plana y equipos de sonido de lujo. Ellos siguen leyendo los escritos de Karl Marx y por lo general estará en los mítines de los políticos liberales, o protestar conservadores los políticos".

Common Culture (1990) y la versión no académica de éste último, Moving Culture (1990).Se trata un estudio realizado dentro de una escuela de secundaria,(comprehensive schools)durante los tres últimos años de estudio, ya que los años siguientes corresponden a la inserción laboral de los alumnos; el contexto local es un barrio obrero ubicado en una ciudad completamente industrial; el grupo principal a estudiar presenta características de oposición,(no-conformistas en oposición a los conformistas),es un grupo pequeño de hijos de los obreros blancos del barrio. 

Como contexto socio-político (en referencia a la educación) se describe una situación de descontento por los modelos educacionales que operaban en Gran Bretaña a fines de los años 70, y a una supuesta mejora en la movilidad social basada en las comprehensive schools.

Los grupos de chicos que participaban en el estudio se bifurcaban en dos vertientes:

“Una que nos muestra lo que hace el grupo, sus manifestaciones aparentemente creativas de interacción con el medio educativo-social...reaccionan ante la autoridad denostándola, desafiándola hasta el límite mismo pero sin llegar nunca a romper el nexo y quedar fuera de la escuela. Su posicionamiento los encontraba contrarios a los grupos conformistas del colegio a los que consideraban inferiores además de rechazarlos por su postura.

Durante todo la investigación se analizan exhaustivamente los grupos más belicosos e inconformistas, sus vestimenta, su comportamiento dentro y fuera de clase, con los grupos de iguales, con sus contrarios...Sin embargo he tenido la sensación de que el grupo de jóvenes menos problemáticos es analizado de forma colateral al anterior, sin tanta rigidez y tanta meticulosidad.
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Paul Willis construye el paradigma de la enseñanza y ve la relación de los colegas con lo que él denomina diferenciación:

“La diferenciación denota una asimilación de lo informal dentro del plano formal. Podemos pensar en la interpretación del concepto Gramsciano de hegemonía, de cómo actúa la coerción y el consenso en la internalización de normas; como para los colegas el proceso es un proceso coercitivo diferenciado y no ya consensual.”

La relación "ellos" - "nosotros" surge como evocación del sentimiento al relacionar de forma diferencial el paradigma de la enseñanza con la propia enseñanza; surgiendo el antagonismo de saber de la existencia de "otro" para corroborar nuestra propia existencia.


SEGUNDA PARTE

La segunda parte del trabajo corresponde al análisis de estas cuestiones dentro de un marco sociocultural. Los elementos que utiliza para el análisis serán los conceptos de penetración y limitación: 

“La penetración implica manifestaciones de la contracultura que les permite a los 'colegas' traspasar el velo de lo naturalizado por la sociedad en el ámbito educativo [...]no muestran como esta contracultura capta en significado correcto detrás de las practicas sociales. Estas penetraciones se contrarrestan mediante las limitaciones, propias de la ideología de la contracultura que soslayan la capacidad de comprender cabalmente la posición que se tiene, de comprenderse a sí mismos dentro de la sociedad clasista.

Las limitaciones son características ideológicas que envuelven al sujeto y no le permiten traspasar ciertos límites. Estas están referidas básicamente a su concepción del trabajo mental/manual, del sexo opuesto, y su concepción de los grupos minoritarios.”

Por último, concluye este trabajo asegurando que la escuela es una institución que forma parte de un sistema estatal, por tanto refleja la ideología dominante en el circulo social,

“Dentro de la escuela la fuerza ideológica más punzante para los colegas es el servicio de orientación profesional. Y esta y no otra práctica la que les confirma de una manera directa a los colegas las características del trabajo a realizar. La dureza de la labor emparejada con el gran corazón, la propagando contribuye a afirmar lo que las penetraciones "mostraban".

Conceptos: IDEOLOGÍA Y HEGEMONÍA

Para comprender el esquema desarrollado por Willis, estos son: hegemonía e ideología. Ambos conceptos son de matriz claramente marxista y son conceptos que se implican mutuamente en el nivel de conflicto en que se debate la sociedad capitalista; son conceptos que explican el desarrollo de la lucha de clases en el nivel de la superestructura. La ideología hace aparecer como naturales las diferencias de clase, etc. Así, podemos entender que el discurso dominante distorsiona la percepción de la realidad social de los dominados. Entonces la escuela como agente de la ideología dominante del estado ejerce el control y la dominación de la clase burguesa en su propio favor. Al escuela lleva a cabo la institución escolar desarrolla en los individuos un sentido de identidad de clase, y unas formas de comportamiento que se adecuan a las distintos perfiles de trabajadores. De esta manera los individuos de las clases más desfavorecidas aprenden a obedecer y a actuar según las normas, mientras que las clases privilegiadas, al alcanzar niveles de formación superiores, adquieren la autonomía necesaria para el desempeño de tareas de dirección y control.

Tanto la escuela como el sistema productivo se estructuran de la misma manera, es decir, a través a partir de un sistema jerárquico disciplinado, que separa al individuo del control de lo que produce (en la fábrica) o sobre lo que debe aprender (escuela). La escuela incentiva a los estudiantes con premios en forma de notas, análogamente el empresario capitalista recompensa al obrero en función de su productividad.

La inculcación ideológica que lleva a cabo la institución escolar desarrolla en los individuos un sentido de identidad de clase, y unas formas de comportamiento que se adecuan a las distintos perfiles de trabajadores. De esta manera los individuos de las clases más desfavorecidas aprenden a obedecer y a actuar según las normas, mientras que las clases privilegiadas, al alcanzar niveles de formación superiores, adquieren la autonomía necesaria para el desempeño de tareas de dirección y control.

Esta concepción un tanto estática, es lo que Willis ataca en su etnografía y análisis y despliega otro concepto más dinámico e interactivo, que puede resumirse en: la formación de la conciencia es también un producto parcial de las acciones de los agentes sociales, los cuales disponen de un margen relativo de autonomía que utilizan para la lucha política, para tratar de liberarse de las imposiciones de la clase dominante.

El concepto de hegemonía, definido por Gramsci, es el proceso por el cual la clase dominante ejerce el control moral e intelectual sobre las otros grupos sociales, pero este control no consiste en una imposición ideológica, sino que representa un proceso de transformación pedagógico y político en el que la clase dominante articula un principio hegemónico que integra elementos comunes que se hallan en las cosmovisiones y en los intereses de los demás grupos.

La hegemonía, por tanto, subraya la relación entre dominantes y dominados. A través del principio de hegemonía, la clase dominante consigue articular un discurso que hace aparecer sus propios intereses como universales y objetivos.

EL "CHOQUE" O LA LUCHA IDEOLÓGICA

Es en el terreno de las prácticas cotidianas donde emergen los elementos de oposición a la cultura dominante, donde los individuos resisten a la inculcación ideológica.

La escuela se convierte en el espacio de producción y desarrollo de la subcultura juvenil obrera. Los colegas desafían la imposición cultural dominante de la escuela a partir de una producción cultural propia, que hunde sus raíces en la cultura de clase familiar (obrera). La teoría del habitus1 (Bourdieu), que no es una trasposición mecánica, como algunos pretenden, sino como un sistema de disposiciones que se activan o no dependiendo de las estrategias de los actores.

Como quiera que la deformación sociológica, impele a dar cuenta de ciertas categorías para el análisis, que por otra parte proceden de otra tradición (en particular de la sociología francesa (Durkheim, Mauss, Lévi-Strauss, Bourdieu, Passeron) que tienen más en consideración los aspectos relativos a la teoría de la reproducción, quiero traer aquí parte de un texto que produje para otra materia, que considero de algún valor y que creo relevante por cuanto no invalida las tesis fundamentales de Willis, y sí pueden servir de apoyo a una comprensión global del fenómeno que estamos estudiando, si bien considero que en un sentido amplio no quedan refutadas plenamente las teorías que hablan de la reproducción por cuanto hace a la una mayoría; es decir, la asimilación cultural que realizan los "pringaos": "El capital es una relación social (el capital no sólo en su sentido fuerte, como capital económico, sino también el capital cultural, simbólico).

Una relación de poder. Define la apropiación diferencial de recursos por parte de los distintos sujetos. Un mercado (no es exclusivo el sentido restringido de mercado en el sentido económico) es un campo de relaciones de poder. En sus redes se confrontan grupos e individuos -definidos y ordenados por su estructura diferencial de capital - por la apropiación diferencial de recursos. Pero también es un campo moral: las luchas juegan sobre el suelo de la creencia colectiva en el valor de las apuestas. Toda confrontación política es una confrontación moral, y viceversa. Las luchas simbólicas son luchas políticas: tienen eficacia sobre la apropiación diferencial de recursos. Hay dos clases de luchas por el valor (luchas simbólicas): A) luchas por imponer o destronar un principio de equivalencia y clasificación, y B) luchas por la ordenación de los sujetos y objetos dentro de un principio de equivalencia vigente. La mayoría de las luchas cotidianas son de la segunda clase. Pero también utilizan la primera.

La imposición de un principio de equivalencia, de una jerarquía entre principios de equivalencia o de un ordenamiento de sujetos y objetos dentro de un principio de equivalencia es lo que se denomina violencia simbólica. Mediante la violencia simbólica se logra la complicidad de los dominados en su dominación."
Se pueden observar como rasgos característicos que definen la cultura de los "colegas", a contrapelo con los asimilados por los "pringaos", que expresarían los del esquema reproductivo "clásico". Una valoración de la cultura de los "colegas" se podría establecer como cultura dominada, que reacciona a modo de resistencia contra la cultura dominante y que se produce en términos dualistas: "Ellos" y "Nosotros", tal y como es percibido por la cultura resistente.



miércoles, 21 de noviembre de 2012

Educación y las elecciones = EDUCACION ELECTORAL


 



La educación electoral o educación al votante es un elemento importante en el desarrollo de un ambiente en donde puedan llevarse a cabo elecciones libres y justas. Si bien esto es cierto para las democracias establecidas, lo es más todavía en las democracias en construcción. El área temática sobre educación al votante aborda asuntos relevantes tanto para las democracias establecidas como para las que están surgiendo. La educación electoral apunta a insertar creativa y dinámicamente a la persona dentro de una sociedad democrática. Se trata de que una persona asuma su ciudadanía en forma activa.

Al analizar, con la sociología, las elecciones de 2012, y tratar de descubrir si, a la hora de emitir el voto, para el ciudadano cuenta más el pertenecer a una clase social o la evaluación mecánica de los logros y mentiras partidarias, la conclusión es tan paradójica como triste, pues, se constata que aquel sigue teniendo una cultura política de súbdito y sigue careciendo de memoria histórica, por lo que se afirma que el voto no tiene mucho que ver con la realidad ni con la conciencia.

Los resultados de las recientes elecciones de alcaldes y concejales nos ha de llevar a una profunda reflexión sobre el país configurado desde los años 80, pues al más puro estilo del despotismo ilustrado (todo para el pueblo, pero sin el pueblo) la clase política ha construido una nación extremadamente segregada, con profundas divisiones de clases que metafóricamente llama “quintiles” para evitar referirse a pobres (mayoría) y ricos (minoría).

La alta abstención no ha hecho sino trasparentar el sentimiento que tiene, al menos el 60% de la población ”racional“, acerca de su no pertenencia a una comunidad que se hace sin su participación y sin su presencia.
Los juicios sociológicos que tenían como objeto de estudio las elecciones en Chile y, en concreto, la orientación política del voto adoptan enfoques demográficos, pues, en esa época la población era sólo un dato agregado por segmentos geográficos y administrativos.

Así, el análisis crítico del comportamiento electoral -como expresión de la lucha entre las lógicas del oprimido-opresor y la de la emancipación social- tuvo una gran expansión a finales de los años 50s y principios de los 60s –en el marco de la revolución cubana y los revuelcos populares en la iglesia católica- dando lugar, por un lado, a la aparición de las escuelas funcionalistas de Michigan y de Columbia (no tanto para explicar el comportamiento electoral conservador en Latinoamérica, sino más bien para justificarlo-promoverlo desde la sociología); y, por otro, favoreciendo el surgimiento de una teoría sociológica marxista de los movimientos sociales. La primera, se centró en el análisis de las actitudes políticas de los ciudadanos como algo autónomo y neutral al margen de la represión, propaganda y asistencialismo; y la segunda, recalcando los elementos de formación de la conciencia social y el protagonismo político-ideológico de los movimientos sociales, como un proceso masivo de integración-liberación que puso en jaque a muchas dictaduras militares.

En verdad, los individuos poseen tipologías socioculturales que los diferencian, y que constituyen recursos específicos para la dinámica política y, por tanto, para el análisis sociológico, pues, favorecen o dificultan su actuación política. Dentro de tales recursos, podemos señalar un primer conjunto formado por la clase social, la edad, el género, la educación, la ocupación y los ingresos, ante todo lo último, porque muchos ilusos creen que existe una clase media, que no es más que un concepto ideológico. Un segundo grupo, comprende variables referidas a los recursos que, en el marco de la ideología dominante, le proporciona al individuo el contexto en el que se mueve. Se trata –desde esos años hasta hoy- de las redes sociales de comunicación y de socialización que, deliberadamente, eclipsan la historia patria y familiar; del proceso de integración social (no obstante la pauperización que signa a la sociedad) que ha rodeado al individuo para que no sienta que es un excluido; y del impacto de la propaganda política y mercantil, en una sociedad donde la clase dominante es un holograma y la mercancía es más fetiche que en el tiempo de Marx. Por eso, al analizar el comportamiento electoral de una sociedad que, como la nuestra, se decanta por la derecha a pesar de la expropiación de los servicios básicos que ésta ha promovido, se deben valorar esos dos grupos de variables, ya que generan una visión integral de los resultados en un proceso electoral.

A pesar de no haber promovido, por sí mismas, cambios significativos en la sociedad , las elecciones son el proceso político de mayor magnitud y trascendencia.

El interés de su análisis, reside en los múltiples hechos sociales inmersos en estos comportamientos, como el poder; la conciencia social sin conciencia histórica; la alienación; las demandas inocuas y las inaudibles; la carencia de liderazgo trascendental y los liderazgos mezquinos; la comunicación social y virtual como moderador de la sociedad; la naturaleza intrínsecamente inerte del Estado. Entonces, el comportamiento electoral debería ser estudiado como el avance en la comprensión de los hechos sociales. En la comprensión de éstos, la teoría crítica y la indagación empírica se complementan, de la misma forma en que deberían complementarse, siendo de izquierda, la búsqueda de votantes con la búsqueda de conciencias. Ciertamente, la sociología tiene dentro de sus objetivos implícitos, explicar el por qué los individuos actúan de una forma y toman ciertas decisiones que muchas veces los dañan, como cuando queriendo dar un voto de castigo, terminan castigándose a sí mismos; como cuando la juventud, por un concurso de baile urbano, permite la ampliación de sus años de trabajo en un modelo previsional privado, lo cual es incoherente; como cuando, por un parque iluminado y con fuentes tipo mingitorio, la gente aborta su futuro.