lunes, 4 de marzo de 2013

Teoría pura del conflicto social.




Considerando a los autores recién expuestos, son varios los teóricos que construyeron sus aportes en cuanto al conflicto como tal, ya sea tomando las teorías anteriores para darle nuevos aires o refutándolas.

En este contexto, el autor George Simmel desplazará la idea del conflicto, un centralidad para Marx, y lo considerará (al conflicto en la sociedad) como una forma más de socialización en los individuos, como una más de las interacciones posibles en la sociedad.

De esta forma, el conflicto puede presentarse en una doble dirección: en la estructura del grupo en el que se desencadena el proceso conflictivo, y frente a la estructuración interna de las partes en conflicto (Tejerina; 1991: p. 55).

Para el autor, el conflicto se presenta en dos momentos: en tanto mecanismo de socialización; y en tanto consideración del conflicto en relación en la estructura en el que se produce, vinculada a la estructura de los grupos actuantes (en conflicto).

El conflicto es un hecho real, que ha existido en todas las sociedades de manera empírica. Es una relación que actúa en contra de la unidad, es un elemento disruptor, una forma de desasociación, de confrontación y de ruptura. Pero también tiene una dimensión socializadora, como parte de una acción recíproca, pero sólo cuando se produce la lucha. En palabras del autor:

Cuando, producidas por ellas, [los elementos disociadores] ha estallado la lucha, ésta es un remedio contra el dualismo disociador, una vía para llegar de algún modo a la unidad, aunque sea por el aniquilamiento de uno de los partidos (Simmel; 1977: p. 265)

En este sentido, el conflicto se vuelve una unidad positiva, integrando a las individualidades al grupo, haciendo productivas relaciones de acción recíproca, al integrar en la relación las “cantidades inevitables de lucha”, inherentes al sistema. En éste sentido, el conflicto puede considerarse incluso uno de los factores principales en que las relaciones se equilibran (Tejerina; 1991: p. 55).

Entendiendo el conflicto como socialización, Simmel analiza si la confrontación y antagonismo en el individuo (que lleva al conflicto) responde a un patrón inherente en el individuo. En ese sentido, si bien el sentimiento de confrontación es innegable, explica que la personalidad necesita oponerse para afirmarse al entorno social. Dicho de otra forma, en la confrontación, cada individuo, al hacer un contraste con respecto del otro por medio de conflictos, por pequeños e irrelevantes que puedan parecer, va creando y desarrollando su relación con el otro y su entorno, es decir, socializándose.

De esta misma manera, esta forma de socialización va ocurriendo en las sociedades, en tanto las luchas vayan estructurándose en torno a ejes comunes, intereses objetivos, en que los individuos vayan adaptándose a determinadas situaciones, concienciando su entorno.

Con todo, el conflicto en Simmel tiene una función cohesiva, siendo la base de la formación grupal, considerando lo que el autor llama “el sentido unificador de la lucha”, entendiendo que ésta lucha obliga a grupos e individuos a concentrarse en el conflicto, y sin él, no tendrían nada en común (Simmel; 1977: p. 98).

En la misma línea, el sociólogo Estadounidense Lewis Coser considerará que el conflicto en la sociedad es algo que la beneficia directamente, ya que funciona como un estimulante para las normas y los avances en la sociedad:

El conflicto no sólo genera nuevas normas, nuevas instituciones […] puede decirse que estimula directamente al estrato económico y tecnológico. (Coser; 1957: p. 198)

La aparición de la invención y del cambio tecnológico en la sociedad occidental moderna, con la institucionalización de la ciencia como un instrumento de hacer y rehacer el mundo, fue hecho posible con la irrupción gradual de una estructura pluralista, y por ende una estructura de relaciones humanas tendientes al conflicto. (Ibíd.; 1957: p. 199)

La cuestión en Coser será el establecer una funcionalidad para el conflicto en la sociedad, dando la posibilidad de dinamizar las relaciones sociales y sus objetivos, cambio que puede ser cuestionado por salirse de la norma de orden con que se quieren llevar las sociedades, en cuanto a términos ideales:

El conflicto, aunque aparentemente disfuncional para sistemas altamente racionalizados, puede, de hecho, tener importantes consecuencias funcionales latentes. Al atacar y sobreponerse a la resistencia de innovación y cambio, que parece ser una ‘psicosis ocupacional’ […] puede ayudar a asegurar que el sistema no se sofoque en la rutina mortal de costumbre, y que en la actividad de planificación misma la creatividad e inventiva puedan aplicarse. (Ibíd.; 1957: p. 200)

El autor considera la teoría marxista en tanto concuerda con él que toda sociedad tiene una carga conflictiva inherente, y que es ésta tensión la que permite una transformación completa de la estructura y el sistema social:

[En palabras de Marx], el elemento negativo, la oposición, condiciona el cambio cuando el conflicto entre los sub-grupos de un sistema se vuelven tan agudos que en cierto punto éste sistema se quiebra. Cada sistema social contiene elementos de tensión y conflicto potencial, si en el análisis de la estructura social de un sistema estos elementos son ignorados, si el ajuste de los patrones de la relación es el único foco de atención, entonces no es posible anticipar el cambio social básico. (Ibid; 1957: p. 200)

De todas maneras, el conflicto en cada sociedad variará dependiendo de los elementos que compongan dichas sociedades, considerando que cada sociedad tiene distintos grados de tensión y conflicto:

Las fuentes e incidencia del comportamiento conflictivo en cada sistema particular varían de acuerdo al tipo de estructura, los patrones de movilidad social, de adscribir y conseguir status y de la asignación del escaso poder y riqueza, tanto como el grado en que las formas específicas de distribución de poder, recursos y status son aceptadas por los actores que las componen en los diferentes subsistemas. (Ibíd.; 1957: p. 201)

lunes, 28 de enero de 2013

Teoría Sociológica del Conflicto: De la naturaleza Humana. Segunda Parte.




Tal vez uno de los más importantes tratados acerca de la naturaleza humana fue el Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil, escrito por Thomas Hobbes en 1651, en el que el autor afirma que la condición humana es salvaje y vengativa de manera intrínseca:

Las leyes de naturaleza (tales como las de justicia, equidad, modestia, piedad y, en suma, la de haz a otros lo que quieras que otros hagan para ti) son, por sí mismas, cuando no existe el temor a un determinado poder que motive su observancia, contrarias a nuestras pasiones naturales, las cuales nos inducen a la parcialidad, al orgullo, a la venganza y a cosas semejantes. (Hobbes; 1651)

Este Estado deviene un conflicto constante, en el que los hombres luchan los unos con los otros:

Los hombres están en continua pugna de honores y dignidad […] y a ello se debe que entre los hombres surjan por esta razón, la envidia y el odio, y finalmente la guerra (Hobbes; 1651)

Para Hobbes, esta situación sólo puede ser mediada por un tercero, que sea, para el autor, mejor y más grande que los meros hombres, es decir, la suma de ellos: el Estado, que para el autor será representado como el Leviatán, un “monstruo” que une y unifica las subjetividades. A éste Estado los hombres le entregarán la potestad para mediar entre ellos, estableciendo normas y reglas para la vida en sociedad.

El único camino para erigir semejante poder común, capaz de defenderlos contra la invasión de los extranjeros y contra las injurias ajenas, asegurándoles de tal suerte que por su propia actividad y por los frutos de la tierra puedan nutrirse a sí mismos y vivir satisfechos, es conferir todo su poder y fortaleza a un hombre o a una asamblea de hombres, todos los cuales, por pluralidad de votos, puedan reducir sus voluntades a una voluntad. (Hobbes; 1651)

El hombre, por tanto, tiene la necesidad imperiosa de asociarse entre ellos, por el temor que representará esta figura, suma de las individualidades, es decir, al Estado.

Si bien dentro de un estado ideal, considerando que las idea del conflicto no nace de las relaciones dadas en el Estado, sino de la naturaleza intrínseca del hombre, la idea de conflicto se resuelve por medio de la renuncia a la voluntad individual, para ser mediado por una forma de gobierno absoluta.
           
Siglos más tarde, la noción del conflicto en la sociedad será retomada desde otra perspectiva, ya no desde la naturaleza “pasional” de los hombres, sino desde la relación de los individuos con el Estado. Para Karl Marx, el conflicto se estructura desde la lucha de clases, teniendo relación directa a lo que Hobbes había planteado, la unión de los hombres en un Estado que rija por sobre ellos, pero que establece necesariamente la relación lineal de los dominados por debajo de los dominantes.

Para Marx, “Toda la historia de la sociedad humana, hasta el día, es una historia de la lucha de clases” que tendrá como punto de partida la relación del trabajo y las formas de apropiación.

Marx analizará entonces las realidades sociales históricas, entendiendo que la diferenciación del trabajo se da de manera progresiva en la sociedad. El autor Benjamín Tejerina (1991: p.48). establece una tipología de la sociedad según Marx, separando en tres momentos.

En un primer momento, indica Tejerina, Marx separa los procesos sociales que caracterizan a la clase burguesa, separando en dos dimensiones: las relaciones que el hombre establece con la naturaleza, su entorno y entre ellos; y las relaciones de producción que se establecen en toda sociedad, y la forma de estructurarlas. Un segundo momento considera la dominación (clasista) como forma de articulación de una sociedad (burguesa), en torno a un modelo dicotómico, arquetípico y funcional: la burguesía como clase dominante y el proletariado como clase dominada. Un tercer momento está delimitado por la consideración de los elementos centrales del conflicto y la cristalización de una clases social, planteando una doble necesidad: la existencia de grupos contrapuestos y su objetivación social en grupos organizados, la consciencia de clase (Tejerina; 1991: p.48).

En base a la producción, las sociedades van articulando y generando el conflicto, en la relación que establecen con la naturaleza y los medios de producción, estableciendo relaciones sociales:

En la producción, los hombres no actúan solamente sobre la naturaleza, sino que actúan también los unos sobre los otros. No pueden producir sin asociarse de cierto modo, para actuar en común y establecer un intercambio de actividades. Para producir, los hombres contraen determinados vínculos y relaciones, y a través de estos vínculos y relaciones sociales, y sólo a través de ellos, es como se relacionan con la naturaleza y cómo se efectúa la producción” (Giddens, 1977)

Es sobre ésta estructura de dominación clasista que Marx estructura su teorización acerca de la dominación de clases, entendiendo que la clase social en Marx está delimitada por la relación de los individuos con la propiedad de los medios de producción, que se articula de manera jerárquica: una clase dominante, con la propiedad de los medios de producción, y la clase dominada, que no la tiene.

Aún así, esta separación con los medios de producción es sólo una primera instancia, ya que en Marx esta relación dicotómica no es suficiente para mantener y perpetuar un orden de desigualdad (Tejerina; 1991: p. 49), sino que son las ideas, las condiciones políticas, jurídicas y sociales sobre las que los individuos establecen sus percepciones las que permiten la continuación de la desigualdad:

Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes de cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente (Marx y Engels, 1974, p. 50)

En el campo de las ideas, Marx establece una directa relación entre la ideología de una sociedad y la representación con que ésta se manifiesta en su comportamiento material (Tejerina; 1991: p. 49), que es donde toma mayor importancia la relación dialéctica de la lucha de clases:

La producción de las ideas y representaciones, de la conciencia, aparece al principio directamente entrelazada con la actividad material y el comercio material de los hombres, como el lenguaje de la vida real. Las representaciones, los pensamientos, el comercio espiritual de los hombres se presentan todavía, aquí, como emanación directa de su comportamiento material. Y lo mismo ocurre con la producción espiritual, tal y como se manifiesta en el lenguaje de la política, de las leyes, de la moral, de la religión, de la metafísica, etc., de un pueblo. Los hombres son los productores de sus representaciones, de sus ideas, etc., pero los hombres reales y actuantes, tal y como se hallan condicionados por un determinado desarrollo de sus fuerzas productivas y por el intercambio que a él corresponde, hasta llegar a sus formaciones más amplias. La conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real (Ibíd., 1974).

En éste sentido, la materialización de las ideas de la clase dominante determinan y estructuran el entorno social para la clase dominada, llevando la lucha de clase a un plano ideológico - político, en el que imponer sus ideas por sobre la otra clase se vuelve determinante:

De donde se desprende que todas las luchas que se libran dentro del Estado, la lucha entre la democracia, la aristocracia y la monarquía, la lucha por el derecho de sufragio, etc., no son sino las formas ilusorias bajo las que se ventilan las luchas reales entre las diversas clases […] Y se desprende, asimismo, que toda clase que aspire a implantar su dominación, aunque ésta, como ocurre en el caso del proletariado, condicione en absoluto la abolición de toda la forma de la sociedad anterior y de toda dominación en general, tiene que empezar conquistando el poder político, para poder presentar su interés como el interés general, cosa a que en el primer momento se ve obligada (Ibíd., 1974).

La pugna, por tanto, no se determina por el mero eje económico de la propiedad de los medios de producción, sino más bien, por sobre las ideas que permiten el mantenimiento y continuación de ese sistema, es decir, el eje político en el que se afirma la dominación.

Las clases deben, en tanto estructuración de los términos para el conflicto, configurarse en torno a intereses, y serán éstos los que contribuyan a la configuración de grupos organizados, teniendo la finalidad de eliminar la competencia entre los obreros y permitiendo la lucha en contra del capitalista (Tejerina; 1991: p. 52)

Son éstos intereses los que permiten la conformación de una consciencia de clase, que genera a la par un sentido de pertenencia, en el que se estructurará la clase como tal, con un sentido de pertenencia colectivamente organizado (en tanto representación), con una determinada forma política, como expresión de sus intereses colectivos.

Entendiendo que para Marx la noción del conflicto social es constituyente de las sociedades, y se vuelve inseparable de la vida en sociedad, podemos considerar a otro autor que considera al conflicto como un ente diametralmente opuesto: es el caso de Talcott Parsons.

Para Parsons, el conflicto inherente en la sociedad afecta al sistema en su funcionalidad, que genera problemas de segregación sistémica, afectando los roles y el status de los individuos (Stropparo; 2006: p. 153)

Parsons tomará las ideas de Hobbes como primer eje del conflicto, en tanto la naturaleza humana como generadora de conflicto, estableciendo la relación existente entre los hombres para la consecución de sus deseos:

En el pensamiento de Hobbes, la razón de este peligro de conflicto está en el papel jugado por el poder. Puesto que todos los hombres buscan realizar sus deseos, deben necesariamente buscar el control de los medios para esta realización (...). La consecuencia es que, de los medios que un hombre controla para sus fines, otro se ve necesariamente privado. En consecuencia, el poder, como fin próximo, es intrínsecamente una fuente de división entre los hombres” (Parsons, 1968: p.136).

En éste esquema, se genera la posibilidad latente de la guerra, considerando que los medios para imponer las ideas de uno por sobre las del otro guardan relación con la naturaleza humana, es decir, usando “los medios más eficaces disponibles. Estos medios resultan ser, en último término, la fuerza y el fraude” (Parsons, 1968: p. 137).

Siendo así, la cuestión del orden en Parsons se vuelve relevante, al buscar una forma de integrar las motivaciones de todos los sectores y sus normativas sociales:

 El problema del orden y, por ello el de los sistemas estables de la interacción social (o lo que es igual, de la estructura social), se centra en la integración de la motivación de los actores con los criterios normativos culturales que integran el sistema de acción, en nuestro contexto interpersonalmente” (Parsons, 1980: p. 44).

En este sentido, se dará una importancia relevante a la orientación valorativa en la acción, considerando que las relaciones sociales en el conjunto de la sociedad están vinculadas con las de otros, y en esa dependencia toma relevancia en un sistema de alternativas (Stropparo; 2006: p. 153). En palabras de Parsons:

La estabilidad de la interacción depende, a su vez, de la condición de que los actos de valoración particulares por ambas partes deben estar orientados por criterios comunes, puesto que sólo sobre las bases de estos criterios es posible el <> en los contextos motivacional y de la comunicación (...). La condición básica para que pueda estabilizarse un sistema de interacción es que los intereses de los actores tiendan a la conformidad con un sistema compartido de criterios de orientación de valor” (Parsons 1980: pp. 44-45).

Este eje valorativo de la acción tiene, en el hombre, un carácter moral, considerando que cada una de las acciones vincula a los individuos por medio de obligaciones, que hay que cumplir:

Los criterios de valor que definen las expectativas de rol institucionalizadas asumen, en un grado mayor o menor, una significación moral. La conformidad con ellos, en este sentido, se convierte hasta cierto punto, en una cuestión de cumplimiento de las obligaciones que el ego comporta, en relación con los intereses del sistema de acción más amplio en el que se encuentra implicado, es decir, el sistema social” (Parsons, 1980: p. 48).

Considerando eje moral y valorativo, Parsons postulará que la estabilidad de un sistema social determinado depende de la internalización, por parte de los actores, de los valores institucionalizados:

Sólo en virtud de la internalización de valores institucionalizados tiene lugar una auténtica integración motivacional de la conducta en el sistema social; sólo así los <> estratos de la motivación quedan pertrechados para el cumplimiento de las expectativas de rol. […] Sólo cuando esto ha tenido lugar en alto grado es posible decir que un sistema se encuentra altamente integrado y que los intereses de la colectividad y los intereses privados de sus miembros constituyentes se aproximan a la coincidencia” (1980: p. 49).

Podemos decir entonces, que Parsons está articulando una teoría del consenso o de la integración social, en que la sociedad en su conjunto es un sistema constante, estable y integrado, en que  cada elemento en la sociedad aporta a su funcionamiento, y son los valores, comunes a todos, los que mantienen este consenso (Duek; 2010: p. 3).

Con todo, el gran problema en Parsons será el explicar que los hombres son libres en la elección de los fines que persiguen, tanto los fines que elijan como los medios que consideren para alcanzarlos, pero que esa elección se hace, necesariamente, en torno a valores moralmente establecidos, lo que previene el caos social, o la “guerra de todos contra todos” de la que hablaba Hobbes. La cuestión del orden social, entonces, estará asentada en una congruencia entre los valores individuales y la moral social (Stropparo; 2006: p. 146).

Bibliografía.

Duek, María Celia (2006). Ralf Dahrendorf: crítica e implicancias de su teoría ecléctica de las clases Trabajo y Sociedad Nº 14, vol. XIII, Santiago del Estero, Argentina. Págs. 1 – 17.

Hobbes, Thomas (1651). Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil. Publicado en http://www.laeditorialvirtual.com.ar/pages/Hobbes/ElEstado_01.htm

Parsons, Talcott (1968). La estructura de la acción social, Madrid, Guadarrama.


Parsons, Talcott (1980). El sistema social, Madrid, Alianza.

Stropparo Pablo (2006). La teoría sociológica y los problemas del orden, el conflicto y la legitimidad. Revista Científica de UCES Vol. X Nº 2, págs. 145 - 160

Tejerina, Benjamín (1991). Las teorías sociológicas del conflicto social. Algunas dimensiones analíticas a partir de K. Marx y G. Simmel. Reis: Revista española de investigaciones sociológicas, ISSN 0210-5233, Nº 55, págs. 47-63. http://www.reis.cis.es/REISWeb/PDF/REIS_055_05.pdf

miércoles, 23 de enero de 2013

Teoría Sociológica del Conflicto. Primera Parte



El conflicto.

Siempre se ha visto a la sociedad como un todo que se representa como algo estable, ordenado y comprensible, sin embargo al sociología crítica nos muestra algo distinto: la desigualdad y el conflicto social.

Ya desde los comienzos de las sociedades se ha considerado el conflicto, la pugna entre los hombres, como elemento constituyente de la vida en sociedad, que por consiguiente ha sido ampliamente trabajado por distintos autores a través de toda la historia.

Si bien existen indicios teóricos de aportaciones a este campo previas a la época moderna, como los trabajos de Sun Zu, Heráclito, Maquiavelo, Ibn Khaldún, entre otros, que si bien entregan importantes datos para la comprensión de sus sociedades, son desarrollados en un entorno local.

Los diversos conflictos, han tenido las fuerzas necesarias para mantenerse activo a través del recorrer del tiempo, esto debido a la situación de la sociedad que estamos viviendo, por una parte una sociedad tecnologizada y con altos grado de organización por ser una sociedad de masas, y por otro lado la creciente desigualdad que nos aflige, es acá donde nos topamos con la sociología del conflicto las estructuras sociales no hacen que las sociedades funcionen como un todo orgánico y bien ordenado sino que, por el contrario, lo que hacen es perpetuar una distribución desigual de los recursos económicos y políticos entre la población.

En un preludio el fenómeno del conflicto podemos entenderlo como un fenómeno natural no aislado, sino por el contrario muy presente en todas las  sociedades, ergo, se trata de un hecho social consustancial a la vida en sociedad. (Silva, 2008, p.29 en Simmel, 2000 ).Si tomamos el hecho que las disputas son una constante histórica, presente en todas las épocas y sociedades a lo largo de los tiempos.

Tomaremos como relevantes entonces, como marco teórico, los trabajos de los teóricos occidentales a partir de la época moderna, estableciendo una línea de tiempo en cuanto a las teorías sociales que han desarrollado el tema del conflicto social y sus aristas. Para eso, se ha separado el texto en tres partes, considerando en primer lugar a los autores sociológicos, considerados como los padres de la disciplina sociológica, la segunda pare se base hacer de  los trabajos acerca del hombre en tanto ente en conflicto, y sus principales autores, para luego desarrollar la teoría del conflicto como tal, con respecto a sus principales exponentes.

Primera parte: Los padres de la sociología.

Estos autores han estudiado en forma sociológica el conflicto, es por esto que desarrollaremos en forma sucinta sus pensamientos.

1.                  Augusto Compte: Trata de proponer una interpretación de la sociedad de su tiempo para luego influir en el futuro, debido a que era espectador como la Europa de su época perdía el desarraigo de las formas de vida tradicionales motivadas por la revolución industrial y revolución francesa (De Miguel, 2004,p.12).esta situación lo lleva a tratar de forma analítica estos problemas, con el fin de ordenar de nuevo la vida social. es así como nace el concepto de orden social y consenso social, ambos conceptos llegan a fusionarse en un planteamiento, en donde la armonía e integración de las partes parece producirse espontáneamente, y en que las relaciones de subordinación se definen como de "Feliz subordinación espontánea". (De Miguel, 2004,p.13)

2.                  Emile Durkheim: Tiene una visión del conflicto al relacionarlo con la "división del trabajo social", pues con este argumento indicaría que todo aquel que no se especialice entraría en contradicción con el sistema, ocasionando en el individuo no especializado un tipo de "anomia" o "desviación" que bien pudiera ser reconducida con el uso de la fuerza. Aunado a estos principios, la sociedad moderna de Durkheim insiste en la socialización y en la complementariedad de las funciones de los distintos ámbitos que conforman la sociedad, dotando al conflicto de una característica que lo factura como una supuesta "patología social" que es necesario eliminar. La socialización y la práctica conllevarían a una normalización del conflicto y a una reafirmación de las desigualdades entre clases, ya que con los procesos de educación entendidos como socialización abrirían las brechas de las desigualdades sociales para resumirse en una sociedad jerárquica con grandes problemas estructurales que se evidenciarían finalmente en la necesidad de crear manicomios, tribunales y cárceles para someter a todo aquel que se atreva a cuestionar el orden establecido.

3.                      Max Weber: Resaltó la existencia de múltiples divisiones de clases al mismo tiempo que señaló sobre los medios materiales de control de violencia . Weber se interesa por otras formas de luchas de clases, como por ejemplo las religiosas o las étnicas (Wieviorka,1998, p.1). Dentro del planteamiento weberiano nos encontramos con la burocracia y la racionalización de la sociedad, ya que al estar de esta forma más integrada sabe evitar o minimizar el conflicto social, pero el cual no desaparece.

Bibliografia.

De Miguel, Ana. (2004) .El conflicto de géneros en la tradición sociológica. Revista de pensamiento social, 2004, ISSN: 1137-1234.


Wieviorka, Michel (1988), Sociétés et terrorisme, Paris: Fayard.




martes, 8 de enero de 2013

El conflicto mapuche visto desde la teoría sociologica




Nuestro país  está viviendo un  país fenómeno y complejo conflicto étnico, que tenemos el deber de resolver en forma civilizada y definitiva. El presente ensayo pretende aportar con un esbozo teórico con respecto al tema del conflicto y las étnicas para ayudar a comprender la conflictividad que en torno a él se suscita

En lo que dice relación con la metodología, se comenzará por buscar una expresión conceptual para la expresión de etnias, mencionando raza y grupos étnicos. Con respecto a estos últimos, procederemos a identificar distintos tipos de situaciones que suelen producirse en torno a ellos. ( Goddard, 2000)

En una continua progresión iremos del concepto de etnia al de conflicto visto siempre desde la óptica teórica  sociológica.

El conflicto  étnicos pasa en forma directa  y al caso particular y muy cercano a nuestra realidad, cual es el del indigenismo

Debemos empezar por la definición de Etnia- raza la cual ha sido definida como “un segmento importante de una especie que ocupa originariamente, desde la primera  dispersión de la humanidad, una región amplia, determinada y geográficamente unificada, y que contacta con los territorios de otras razas sólo por pasillos relativamente estrechos. Dentro de su región, cada raza adquirió sus atributos genéticos distintivos, es decir, tanto su apariencia física visible como sus propiedades biológicas invisibles, mediante las fuerzas selectivas de todos los aspectos ambientales, cultura inclusive. (Coon, 1969, p. 27 ).

Si hablamos de etnia – raza, ergo debemos hacer mención a grupos étnicos: "Un grupo étnico o una etnia es una colectividad que se identifica a sí misma y que es identificada
por los demás conforme a criterios étnicos, es decir, en función de ciertos elementos comunes  tales como el idioma, la religión, la tribu, la nacionalidad o la raza, o una combinación de estos  elementos, y que comparte un sentimiento común de identidad con otros miembros del grupo. (Stavenhagen, 2000)

Esbozo de la Teoría del conflicto


De la naturaleza humana

Tal vez uno de los más importantes tratados acerca de la naturaleza humana fue el Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil, escrito por Thomas Hobbes en 1651, en el que el autor afirma que la condición humana es salvaje y vengativa de manera intrínseca:

Las leyes de naturaleza (tales como las de justicia, equidad, modestia, piedad y, en suma, la de haz a otros lo que quieras que otros hagan para ti) son, por sí mismas, cuando no existe el temor a un determinado poder que motive su observancia, contrarias a nuestras pasiones naturales, las cuales nos inducen a la parcialidad, al orgullo, a la venganza y a cosas semejantes. (Hobbes; 1651)

Este Estado deviene un conflicto constante, en el que los hombres luchan los unos con los otros:

Los hombres están en continua pugna de honores y dignidad […] y a ello se debe que entre los hombres surjan por esta razón, la envidia y el odio, y finalmente la guerra (Hobbes; 1651)

Para Hobbes, esta situación sólo puede ser mediada por un tercero, que sea, para el autor, mejor y más grande que los meros hombres, es decir, la suma de ellos: el Estado, que para el autor será representado como el Leviatán, un “monstruo” que une y unifica las subjetividades. A éste Estado los hombres le entregarán la potestad para mediar entre ellos, estableciendo normas y reglas para la vida en sociedad.

El único camino para erigir semejante poder común, capaz de defenderlos contra la invasión de los extranjeros y contra las injurias ajenas, asegurándoles de tal suerte que por su propia actividad y por los frutos de la tierra puedan nutrirse a sí mismos y vivir satisfechos, es conferir todo su poder y fortaleza a un hombre o a una asamblea de hombres, todos los cuales, por pluralidad de votos, puedan reducir sus voluntades a una voluntad. (Hobbes; 1651)

El hombre, por tanto, tiene la necesidad imperiosa de asociarse entre ellos, por el temor que representará esta figura, suma de las individualidades, es decir, al Estado.

Si bien dentro de un estado ideal, considerando que las idea del conflicto no nace de las relaciones dadas en el Estado, sino de la naturaleza intrínseca del hombre, la idea de conflicto se resuelve por medio de la renuncia a la voluntad individual, para ser mediado por una forma de gobierno absoluta.
           
Siglos más tarde, la noción del conflicto en la sociedad será retomada desde otra perspectiva, ya no desde la naturaleza “pasional” de los hombres, sino desde la relación de los individuos con el Estado. Para Karl Marx, el conflicto se estructura desde la lucha de clases, teniendo relación directa a lo que Hobbes había planteado, la unión de los hombres en un Estado que rija por sobre ellos, pero que establece necesariamente la relación lineal de los dominados por debajo de los dominantes.

Para Marx, “Toda la historia de la sociedad humana, hasta el día, es una historia de la lucha de clases” que tendrá como punto de partida la relación del trabajo y las formas de apropiación.

Marx analizará entonces las realidades sociales históricas, entendiendo que la diferenciación del trabajo se da de manera progresiva en la sociedad. El autor Benjamín Tejerina (1991: p.48). establece una tipología de la sociedad según Marx, separando en tres momentos.


Los conflictos étnicos y la teoría.

Georg Simmel , señala que cierta cantidad de discordia, de divergencia interna y controversia externa, está orgánicamente vinculada a los elementos que mantienen al grupo unido......... el rol positivo e  integrador del antagonismo se muestra en estructuras que se distinguen por la aguda pureza,  cuidadosamente preservada, de sus divisiones sociales y graduaciones".( Montaner, 1998 )

A nivel teórico, los conflictos étnicos no encajan fácilmente , pero podemos señalar que "En este marco, los problemas étnicos pertenecen al mundo "particularista" o premoderno, y se dejan de lado en el proceso de modernización. Si se plantean,  son considerados como "obstáculos al cambio" o si no como una consecuencia de una  "modernización incompleta",( Parson, 2000) .

El término "conflicto étnico" abarca hoy en día una amplia gama de situaciones. De hecho, puede sostenerse que el conflicto étnico  son conflictos sociales, políticos  y económicos, entre grupos de personas que se identifican mutuamente según  criterios étnicos: color, raza, religión, idioma, origen nacional.



Bibliografía


Coon, Carleton S. "Las razas humanas actuales". Ediciones Guadarrama, Madrid, 1969, p. 27.

Goddard Dufeu G. “ Etnia”, 2000. Revista marina.

Hobbes, Thomas (1651). Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil. Publicado en http://www.laeditorialvirtual.com.ar/pages/Hobbes/ElEstado_01.htm

Montaner, Carlos Alberto (ensayista,  escritor y periodista cubano residente en Madrid). "El nacionalismo y la naturaleza humana"
(conferencia pronunciada en Alicante, el 24 de octubre de 1994). Estudios Públicos N° 71, 1998, p. 329.

Stavenhagen, Rodolfo. (profesor en el Colegio de México, Ciudad  de México). "Los Conflictos étnicos y sus repercusiones en la  sociedad internacional". Bajado de Internet, julio del 2000, p. 2.  Tipos aimarás se consideran emparentados con los  quechuas.

Simmel, George (1977). Sociología: Estudios sobre las formas de socialización, Madrid, Revista de Occidente, p. 17.

Simmel, Georg (1955) Conflict & The Web of Group-Affiliations, Nueva York, The Free Press, p. 98. Citado por Benjamín Tejerina, Las teorías sociológicas del conflicto social. Algunas dimensiones analíticas a partir de K. Marx y G. Simmel, 1991.



Tejerina, Benjamín (1991). Las teorías sociológicas del conflicto social. Algunas dimensiones analíticas a partir de K. Marx y G. Simmel. Reis: Revista española de investigaciones sociológicas, ISSN 0210-5233, Nº 55, págs. 47-63. http://www.reis.cis.es/REISWeb/PDF/REIS_055_05.pdf

miércoles, 2 de enero de 2013

Merton; nociones y reflexiones de la Teoría de Alcance Medio y el ejercicio que realiza Durston sobre formas de quehacer científico





En el texto de Durston se puede ver una cercanía a la teoría de alcance medio propuesta por Merton, la que “es utilizada en la sociología para guiar las investigaciones empíricas.” (Merton, 1949:56). Durston expone sobre el desarrollo local, capital social y clientelismo, tomando como ejemplo la ciudad de Villarrica en el sur de Chile, y trata de demostrar cómo es que las comunidades pobres realizan emprendimientos colectivos e interacciones sociales con otros actores de otros subsistemas o esferas, para así lograr transformaciones de índole sociocultural y más participación, tanto en lo político como en lo público. El autor supone que todos estos procesos son fácilmente observables ya que al delimitar un sector “micro” de la población, las relaciones se pueden ver a simple vista y supone que “todas las personas se conocen e interactúan cara a cara” (Durston, 2004:12).

Otra noción reflejada por Durston, es que toma aspectos delimitados de los fenómenos que analiza, lo que permite desarrollar teorías especificas, y no tan generalizadas, que a juicio de Merton le permite ser más certero y exacto, aludiendo que los principios supremos y muy generales que la razón en la actualidad emplea, están fundados sobre nociones abstractas y carecen de solidez. Las leyes intermedias, al contrario, son los principios verdaderos y sólidos…” (Merton, 1949:74).


Si ponemos mayor atención a Durston, podremos ver que el ejercicio que desarrolla con la idea de que el “capital social es el principio rector de la estructura social de la economía” (Durston, 2004:519), y que de este se “desarrollan” y se “promueven” intereses para los diferentes actores de la comunidad, y las comunidades; se puede ver desarrollada directamente en el ejercicio que expone Merton sobre la “teoría de los grupos de papeles”, la cual “comienza con la imagen de cómo se organiza la posición social en la estructura social.”(Merton, 1949:58).

Tanto Durston, como la teoría de alcance medio de Merton radican en la idea de centrarse en un fenómeno derivado de una teoría más amplia, para así poder lograr un análisis más acotado y completamente explicativo, de modo de orientar una teoría “macro” que sea explicada por diversos fenómenos que se desarrollen dentro del concepto teórico general.

Bibliografía:

  • Durston, John. (2004) “Desarrollo “local, Capital Social y Clientelismo” en Vergada, Patricio, y Baer, Heinrich, En la Frontera del Desarrollo Endógeno, Temuco, Universidad de la Frontera e Instituto de Desarrollo regional y Local.
  • Merton, Robert K. (1949). Teoría y estructuras sociales. México, Fondo de Cultura Económica, 1968.