Los conceptos de adolescencia y juventud corresponden a una construcción social,
histórica, cultural y relacional, que a través
de las diferentes épocas y procesos históricos y sociales han ido adquiriendo
denotaciones y delimitaciones diferentes, tales como:
Para Marques (1998), todos somos muy
jóvenes para algunas cosas y al mismo tiempo demasiado viejos para otras. Es
decir, no se trata de negar la realidad que conforman los jóvenes, ni tampoco
la etapa que constituye del individuo, intermedia
entre la niñez y la edad adulta, debido que
en el diario vivir nos encontramos con jóvenes en todo momento y lugar.
Es así como la adolescencia ha sido
vivida de diferentes maneras, según la clase social y la condición de género.
La adolescencia no puede definirse estrictamente según la edad pero hace
referencia a un proceso durante el cual el sujeto va conformando la identidad
personal y social, adquiriendo autonomía y desarrollando los roles sexuales,
laborales y sociales.
Para las ciencias
sociales, no hay un modo único de ser
adolescente sino más bien identidades diversas que se detiene a partir de
relaciones sociales con los adultos y con otros grupos de adolescentes en
contextos concretos, que deben ser también descritos y analizados pues en su
seno adquieren sentido las prácticas de los jóvenes, incluidas las prácticas
sexuales.
Esta idea se expresa en el concepto de adolescencia, el cual comenzó a tomar forma hace no más de dos siglos y
está estrechamente vinculado
con la emergencia de
la
noción moderna de
“individuo”.
En los últimos dos siglos,
la concepción cultural de la juventud pasó de una en que la caracterización
psicológica no jugaba un papel importante en la definición, pues el crecimiento
y desarrollo físico eran los elementos centrales para su integración activa en
el mundo económico (Foucault, 1996). A otra en que se define al joven como
“adolescente” sujeto vulnerable que requiere una prolongada supervisión adulta
(Fábrega y Miller, 1998:884).
En el siglo XVIII la
adolescencia fue un fenómeno que se restringió a unos cuantos jóvenes varones
de clases urbanas acomodadas, y se generalizó con la extensión y gradación de
la escolaridad en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX (Aries,
1962).
Para esto, la
Organización Mundial de la Salud (OMS), define como
adolescencia "a la etapa de la vida en la cual el individuo
adquiere la capacidad reproductiva, transita los patrones psicológicos de la
niñez a la adultez y consolida la independencia
económica"; considera que se inicia a los 10 años y culmina a los 19 años
de edad aproximadamente .
En tanto la juventud debido a su uso
generalizado ha adquirido diferentes significados. Dependiendo de la cultura
donde se adscriba sirve para designar
estados de ánimo, como para calificar lo novedoso y lo actual, por esto
Jethro Tull dice que se es “muy viejo para rocanrrolear, muy joven para morir”.
La juventud no es un don que se pierde con el tiempo, sino una condición social
con cualidades específicas que se manifiestan de diferente manera, según las
características históricas sociales de cada individuo.
La edad es otro criterio que causa
confusión. Muchos pretenden definir la juventud por rangos de edad. Pero se
deben agregar a ellas otras variables
como: la clase social, el género, la región y desde luego, el momento
histórico. Ya que la juventud no tiene la misma duración en el campo que en la
ciudad, en las clases altas que en los sectores marginados, en las sociedades
modernas que en las tradicionales. Debido que la juventud es un producto
social. El cual debemos diferenciar de su condicionante biológico, por lo tanto
la juventud se encuentra delimitada por dos procesos, uno biológico y otro social.
El biológico sirve para establecer su diferenciación con el niño y el social su
diferenciación con el adulto.
La diferenciación del joven con el niño
se da en el plano biológico ya que a partir de la maduración el joven se
encuentra en condiciones fisiológicas óptimas para la procreación y la
diferenciación con el adulto se da en el plano de lo social. En la medida en
que el joven se encuentra en su proceso de inserción en la sociedad y aunque
este apto para reproducir, todavía no se incorpora plenamente en los procesos
de reproducción de la sociedad.
Asimismo la juventud, resulta ser un proceso de inculcación que
transforma al ser humano maduro fisiológicamente en el agente social
competente. Implica además someter al joven a un proceso de adquisición de
habilidades suficientes para incorporarse a la sociedad como un ente
productivo. Es decir un sujeto que adquiere normas que permiten la cohesión
social. De esta forma Bourdieu se refiere al establecer que “la juventud y la
vejez no están dadas, sino que se
construyen socialmente en la lucha entre jóvenes y viejos”. Y además por el
lugar que este ocupa dentro de la estructura generacional de la sociedad y la
condición juvenil resulta ser un status sometido a la subordinación. (Bourdieu,
1990, pág. 164).
Para Bourdieu, la juventud “no
sería más que una palabra”. Es decir, una creación social para definir un
período etario que debiera cumplir, en nuestra época, con ciertas expectativas.
Pero que no siempre ha sido tratado como un actor social tematizable.
Es decir, es en la juventud cuando más posibilidades hay de romper
la cadena de la reproducción social. Ya que la juventud es el eslabón más débil
en la cadena. Es en esta etapa cuando las
posibilidades de aparición de conflicto entre las generaciones persistentes
dependerán de las condiciones reales de traspasas la experiencia de los
adultos. Por lo tanto, mientras el sistema social sea más reaccionario, cerrado
y tradicional, generará más contradicción para la participación juvenil.
Adquiriendo más relevancia social en el
momento en que su conducta difiere de manera masiva y singular del resto de la
sociedad. Pero a medida que la sociedad se desarrolla, esta imagen se
diferencia cada vez más de la sociedad y se está diversificando. Es decir que está
abarcando a un mayor número de jóvenes distribuidos en todos los sectores de la
sociedad.
Puesto que, antiguamente la imagen de
juventud se restringía a los estudiantes, a las zona urbanas, clase media y
además a los varones. Ahora es más frecuente encontrar comportamientos
diferenciados de los jóvenes en distintos grupos sociales. Como por los
procesos de globalización y la expansión de los medios de difusión ha extendido
la imagen de juventud a casi todos los sectores sociales. Ahora la imagen de
esa juventud ha pasado a ser considerada como la esperanza del futuro para las
próximas generaciones que vendrán. Pero a la vez esto también pasa a ser
considerada como un producto de la crisis y de la emergencia de sectores más
marginados asociando su comportamiento con
la delincuencia.
La
juventud aparece, en consecuencia, revelada como paradoja. Mientras por una
parte se reconoce a los jóvenes como portadores de la esperanza (futuro) por
otra se les identifica como problema (presente) (Touraine, 1996). No obstante,
ambos modelos, construidos desde la adultez, tienden a situar a los jóvenes en
la lógica del disciplinamiento. La dicotomía entre lo esperado y lo penalizado,
en el marco de las lógicas de reproducción social que el sistema hegemónico le
plantea a los sujetos.