miércoles, 1 de febrero de 2012

Pensamiento laico iniciatico I


Toda obra humana es frágil por que la hora de los dioses todopoderosos ha pasado; está llena de errores, por que la inteligencia que la concibe carece de verdadera luz y la mano que la ejecuta tiembla de incertidumbre. La obra humana es imperfecta por que es humana. Pero así, es eminentemente perfectible.

Si el profano deja caer la antorcha sagrada de la luz del conocimiento, nuestro deber es sostenerla y elevarla más alto.

Si la flama divina; de creer en el hombre forjador de su vida, amenaza apagarse en el corazón de los hombres, nuestro solo la debe avivar.

Si al herramienta cae de su mano fatigada, tomemos la herramienta y continuemos sin desmayo el trabajo eterno.

Cuando los hombres pierdan todo sentido del ideal, es del corazón del iniciado, de donde debe brotar la chispa sagrada.

Si los profanos os dicen que todo esfuerzo es vano, venid y encontraréis en nuestros lazos y cadenas la razón de la esperanza y los motivos que tiene para obrar.

Los antiguos griegos, antes de emprender algo, se dirigían al Olimpo y pedían a los dioses inspiración.

¡Ay! El olimpo está hoy desierto, los dioses duermen “en su mortaja púrpura” . Martes es acaso el único cuya vos no se ha extinguido.

Mas al sabiduría, impulsora del mundo , debe encontrar asilo en nuestro templo operativo y especulativo. Ella es la que nos da fortaleza y nos obliga a aceptar sonrientes los peores males.

La Sabiduría nos da el conocimiento de nosotros mismos; y por el conocimiento del mundo y de los hombres podemos penetrar en el dominio de la Idea.

Sabiduría que nos da conciencia de nuestra racional grandeza frente a la implacable inmensidad.

Sabiduría que eleva al hombre frente a la Nada, porque ella nos permite apreciar los medios de conocer sus límites.

Sabiduría que nos hace ver todo lo que está encerrado en nosostros mismos y también lo que está más alto que nosotros mismos y más lejos que el tiempo que nos preserva de los errores y aporta la verdadera.

Nuestros ojos se elevan hacia el firmamento azul y descubren la armonía del movimiento; Apolo avanza hacia Minerva, La Belleza, uniéndose a la Sabiduría.

Los astros recorren el espacio infinito describiendo sus curvas majestuosas.

El hombre que ve y siente a sus alrededor la armonía de las cosas y la armonía de la vida no puede permanecer indiferente.

Poco a poco la belleza se impone a su espíritu.