miércoles, 21 de noviembre de 2012

Educación y las elecciones = EDUCACION ELECTORAL


 



La educación electoral o educación al votante es un elemento importante en el desarrollo de un ambiente en donde puedan llevarse a cabo elecciones libres y justas. Si bien esto es cierto para las democracias establecidas, lo es más todavía en las democracias en construcción. El área temática sobre educación al votante aborda asuntos relevantes tanto para las democracias establecidas como para las que están surgiendo. La educación electoral apunta a insertar creativa y dinámicamente a la persona dentro de una sociedad democrática. Se trata de que una persona asuma su ciudadanía en forma activa.

Al analizar, con la sociología, las elecciones de 2012, y tratar de descubrir si, a la hora de emitir el voto, para el ciudadano cuenta más el pertenecer a una clase social o la evaluación mecánica de los logros y mentiras partidarias, la conclusión es tan paradójica como triste, pues, se constata que aquel sigue teniendo una cultura política de súbdito y sigue careciendo de memoria histórica, por lo que se afirma que el voto no tiene mucho que ver con la realidad ni con la conciencia.

Los resultados de las recientes elecciones de alcaldes y concejales nos ha de llevar a una profunda reflexión sobre el país configurado desde los años 80, pues al más puro estilo del despotismo ilustrado (todo para el pueblo, pero sin el pueblo) la clase política ha construido una nación extremadamente segregada, con profundas divisiones de clases que metafóricamente llama “quintiles” para evitar referirse a pobres (mayoría) y ricos (minoría).

La alta abstención no ha hecho sino trasparentar el sentimiento que tiene, al menos el 60% de la población ”racional“, acerca de su no pertenencia a una comunidad que se hace sin su participación y sin su presencia.
Los juicios sociológicos que tenían como objeto de estudio las elecciones en Chile y, en concreto, la orientación política del voto adoptan enfoques demográficos, pues, en esa época la población era sólo un dato agregado por segmentos geográficos y administrativos.

Así, el análisis crítico del comportamiento electoral -como expresión de la lucha entre las lógicas del oprimido-opresor y la de la emancipación social- tuvo una gran expansión a finales de los años 50s y principios de los 60s –en el marco de la revolución cubana y los revuelcos populares en la iglesia católica- dando lugar, por un lado, a la aparición de las escuelas funcionalistas de Michigan y de Columbia (no tanto para explicar el comportamiento electoral conservador en Latinoamérica, sino más bien para justificarlo-promoverlo desde la sociología); y, por otro, favoreciendo el surgimiento de una teoría sociológica marxista de los movimientos sociales. La primera, se centró en el análisis de las actitudes políticas de los ciudadanos como algo autónomo y neutral al margen de la represión, propaganda y asistencialismo; y la segunda, recalcando los elementos de formación de la conciencia social y el protagonismo político-ideológico de los movimientos sociales, como un proceso masivo de integración-liberación que puso en jaque a muchas dictaduras militares.

En verdad, los individuos poseen tipologías socioculturales que los diferencian, y que constituyen recursos específicos para la dinámica política y, por tanto, para el análisis sociológico, pues, favorecen o dificultan su actuación política. Dentro de tales recursos, podemos señalar un primer conjunto formado por la clase social, la edad, el género, la educación, la ocupación y los ingresos, ante todo lo último, porque muchos ilusos creen que existe una clase media, que no es más que un concepto ideológico. Un segundo grupo, comprende variables referidas a los recursos que, en el marco de la ideología dominante, le proporciona al individuo el contexto en el que se mueve. Se trata –desde esos años hasta hoy- de las redes sociales de comunicación y de socialización que, deliberadamente, eclipsan la historia patria y familiar; del proceso de integración social (no obstante la pauperización que signa a la sociedad) que ha rodeado al individuo para que no sienta que es un excluido; y del impacto de la propaganda política y mercantil, en una sociedad donde la clase dominante es un holograma y la mercancía es más fetiche que en el tiempo de Marx. Por eso, al analizar el comportamiento electoral de una sociedad que, como la nuestra, se decanta por la derecha a pesar de la expropiación de los servicios básicos que ésta ha promovido, se deben valorar esos dos grupos de variables, ya que generan una visión integral de los resultados en un proceso electoral.

A pesar de no haber promovido, por sí mismas, cambios significativos en la sociedad , las elecciones son el proceso político de mayor magnitud y trascendencia.

El interés de su análisis, reside en los múltiples hechos sociales inmersos en estos comportamientos, como el poder; la conciencia social sin conciencia histórica; la alienación; las demandas inocuas y las inaudibles; la carencia de liderazgo trascendental y los liderazgos mezquinos; la comunicación social y virtual como moderador de la sociedad; la naturaleza intrínsecamente inerte del Estado. Entonces, el comportamiento electoral debería ser estudiado como el avance en la comprensión de los hechos sociales. En la comprensión de éstos, la teoría crítica y la indagación empírica se complementan, de la misma forma en que deberían complementarse, siendo de izquierda, la búsqueda de votantes con la búsqueda de conciencias. Ciertamente, la sociología tiene dentro de sus objetivos implícitos, explicar el por qué los individuos actúan de una forma y toman ciertas decisiones que muchas veces los dañan, como cuando queriendo dar un voto de castigo, terminan castigándose a sí mismos; como cuando la juventud, por un concurso de baile urbano, permite la ampliación de sus años de trabajo en un modelo previsional privado, lo cual es incoherente; como cuando, por un parque iluminado y con fuentes tipo mingitorio, la gente aborta su futuro.