Cuando hablamos de educación en Derechos Humanos no
podemos dejar de lado los postulados de Freire contenidos en su propuesta
político-pedagógica. Su pensamiento sistematizó las ideas de la educación
popular, de educación participativa, de movilización cultural y de liberación
de los sectores marginados a través de la acción asociativa. Freire asumió una
tendencia liberadora en la educación latinoamericana, con sentido crítico,
reconociendo su dimensión política y haciendo de la acción educativa un ámbito
de trabajo comunitario, cultural, estratégico para la transformación global de
la sociedad. Una pedagogía dialógica como política cultural, “lo que pretende
la acción cultural dialógica, no puede ser la desaparición de la dialecticidad permanencia
cambio, sino superar las contradicciones antagónicas para que de ahí resulte la
liberación de los hombres” (Freire, 1970). De modo que también inaugura una
teoría y práctica de la acción social que caracteriza un campo cultural en el
que el conocimiento, el lenguaje y el poder se interceptan a fin de producir
prácticas históricamente específicas que promuevan e inventen un discurso
mediante el cual se desarrollen políticas de la voz y la experiencia que
generen cambios a favor de la dignidad y una cultura de respeto a los derechos
humanos. Por eso, su proyección se ha dejado sentir, igualmente, en la
animación sociocultural, la cultura popular, la organización comunitaria y la
educación para la reivindicación de los derechos fundamentales.
En muchos de sus pronunciamientos aseguraba que no
bastaba el cambio de las estructuras, sino que era preciso un cambio a nivel de
personas y comunidades locales, de ahí, que coloque a los hombres y mujeres que
actúan, que piensan, sueñan, hablan, dudan, odian, crean, conocen e ignoran, se
afirman y se niegan en el centro de todas sus preocupaciones como educador.
Asegura que no es posible entender a los sujetos ni al sí mismo exclusivamente
desde las categorías de clase, género, raza sino que, además, es indispensable
pensarles nos desde las experiencias sociales, las creencias, opciones
políticas, las esperanzas construidas porque las personas son tanto lo que heredan
como lo que adquieren (Freire, 1996). Asume que las personas son sujetos
histórico-sociales y por ello, experimentan continuamente la tensión de estar
siendo para poder ser y de estar siendo lo que heredan y lo que adquieren. Esto
significa que como personas, somos seres inconclusos, programados para buscar y
aprender-enseñar.
Este proceso de formación forma parte de la
existencia humana de la cual también es parte la invención, el lenguaje, el
amor, el odio, el miedo, el deseo, la esperanza, la fe y la duda. Por eso,
asegura que no se puede ser humano y no estar implicado en una práctica
educativa. Fue precisamente porque nos volvimos capaces de decir el mundo, en
la medida en que lo transformábamos en lo que reinventábamos por lo que
terminábamos por volvernos enseñantes y aprendices, sujetos de una práctica que
se ha vuelto política, gnoseológica, estética y ética (Freire, 1996).
La Educación en Derechos Humanos, por naturaleza, debe
proporcionar a los estudiantes poder y control sobre su propio aprendizaje.
Bajo esta perspectiva, la Educación en Derechos Humanos adopta distintas
iniciativas pedagógicas que han sido usadas en la enseñanza, como por ejemplo :
el aprendizaje auto-regulado; la elección de temas por parte del estudiante; el
diseño de aprendizaje por parte del estudiante; el aprendizaje orientado por
los propios estudiantes, en el cual los estudiantes se ayudan unos a otros a
aprender; el trabajo en pequeños grupos para promover el aprendizaje
igualitario y auto-suficiente (grupos de estudio, grupos de discusión, grupos
de concientización y grupos de investigación comunitaria). (Magendzo, 2000).
Tanto la Pedagogía Crítica como la Educación en Derechos
Humanos se orientan a empoderar a las personas para que sean sujetos de
derechos que es alguien con el conocimiento básico de los derechos humanos
fundamentales y que los aplica en la promoción y defensa de sus derechos y de
los derechos de los demás, está familiarizado con la Declaración Universal de
Derechos Humanos y con algunas de las resoluciones, pactos, convenciones y
declaraciones, nacionales e internacionales, relacionadas con los derechos
humanos. Por lo tanto se convierte en un paladín de estos derechos como a la
vez en un consumidor positivo. Este sujeto de derechos también tiene
conocimiento básico de las instituciones que protegen derechos, especialmente
las de su propia comunidad, a las cuales puede recurrir cuando se violan sus
derechos.
Desde esta perspectiva, la Educación en Derechos Humanos
debe ser considerada como una educación ética y política, debe ser parte
integral de la democratización de las sociedades y que el respeto y ejercicio
efectivo de los derechos humanos no pertenece solamente a la dimensión política
de la democracia sino también a las dimensiones económica, social y cultural
que apuntan a comprender los valores de las personas y los usos de sus
significados en vez de descubrir la verdad.
Según Jorge Osorio
(1995):
- “La educación en derechos humanos es una acción cultural necesaria para conservar en nuestros países la capacidad ética de conocer y comprender sus historias recientes. Debe ser un proyecto educativo orientado a la creación de condiciones culturales y simbólicas que nos acerquen al ideal de que “nunca más” se produzcan violaciones sistemáticas de los derechos humanos como las que vivimos en el pasado. Debe entenderse la pedagogía de la memoria, no sólo como una fuente de recordatorios sino como una pedagógica propositiva en el orden de los valores. dirigida a construir personalidades que asuman los valores y actitudes necesarios para hacer de los derechos humanos un horizonte ético transitable”. La educación en derechos humanos debe desarrollarse en la perspectiva de asumir los nuevos requerimientos culturales y ciudadanos de la época post autoritaria.
- Debe presentarse como una búsqueda argumentada de nuevos sentidos para la política, que coloque de relieve valores como la solidaridad la tolerancia, la participación ciudadana (...) Debe entenderse como una temática cuya razón de ser está en contribuir a la construcción de una ética civil que vertebre y otorgue sentido a la reconstrucción de la política democrática.
- “La educación en derechos humanos debe plantearse como una orientación pedagógica comprensiva y crítica, capaz de desarrollar en los diversos ámbitos sociales del aprendizaje capacidades de juicio crítico, de deliberación creativa, de resolución pacífica de conflictos, de tolerancia, de no discriminación, de participación ciudadana, desarrollando competencias ciudadanas que permitan a los jóvenes un pleno ejercicio de sus derechos individuales y colectivos de ciudadanía.”
La educación en derechos
humanos no es transmisora de deberes y normas externas, nuestro desafío es
desarrollar una educación en valores que sea capaz de posibilitar la
deliberación, a partir de situaciones problemáticas controvertidas para los
alumnos, que serán el contexto en los cuales éstos relacionarán lo valórico
general con las actitudes y acciones particulares.
Finalmente la educación y los establecimientos educacionales
no sólo son fuentes de transmisión de conocimientos, sino que también de
desarrollo y ampliación de las capacidades de los niños, niñas y jóvenes que
interactúan dentro de un sistema social determinado; donde se relacionan con otros y a la vez desarrollan sus propias
capacidades a través de la interacción, logrando adquirir valores, derechos y
responsabilidades que practicaran en el futuro cercano.
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